2. Carta del Director
HACIA UNA CIUDAD AMBIENTALMENTE
SOSTENIBLE
Los países de América Latina han
dependido de los recursos naturales para lograr su actual nivel de desarrollo y así
continuarán haciéndolo. Es así que, las presiones sobre el ambiente y los recursos
naturales se han venido sintiendo con gran intensidad en las últimas décadas tanto en
los ecosistemas urbanos como rurales de la región.
Particularmente críticos son los problemas de las ciudades, claramente
los de las grandes urbes como el Distrito Capital de Bogotá, en las que las necesidades
de los recursos hídricos, de saneamiento y de vivienda, apareados a la contaminación
ambiental y a la degradación de sus ecosistemas estratégicos, demandan nuevas
tecnologías, ordenamiento físico-ambiental y una gran inversión en infraestructura.
El Distrito Capital ha experimentado cambios importantes y rápidos
durante las dos últimas décadas y continuará experimentándolo en el futuro predecible.
La urbanización rápida resultante de la migración del campo a la ciudad y el
crecimiento actual de la propia población urbana, trae como consecuencia viviendas
insuficientes y deterioro de la calidad del ambiente. El declive económico y sus
dificultades particulares han producido un deterioro de las condiciones de vida y trabajo
de sus habitantes.
Para afrontar esta problemática, la actual Administración Distrital
ha enmarcado el desarrollo de la ciudad en lo que se ha denominado la Ciudad
Ambientalmente Sostenible. No es por lo tanto una utopía para pensar el futuro, sino
el proyecto de ciudad del futuro en la que cada uno de los bogotanos estamos trabajando
día a día, hasta que se convierta en un verdadero hecho cumplido.
La Ciudad Ambientalmente Deseable es una construcción
colectiva "a escala humana" -tal como la ha propuesto el Plan de Desarrollo
"Por la Bogotá que Queremos", en la que la Sociedad Civil esté sensibilizada
frente a los problemas ambientales del lugar en el que viven y donde el mejoramiento
continuo de la Calidad de Vida sea el propósito común de cada uno de sus habitantes, en
función del Medio de Vida (Calidad del Ambiente), del Nivel de Vida (Trabajo,
Infraestructura, Necesidades Básicas, Dinero) y Formas de Vida (Tiempos requeridos,
Disponibilidad de servicios, etc).
En la Ciudad
Ambientalmente Deseable la cantidad de gente que vive habitualmente en ella, la
densidad de ocupación espacial y la localización de todos sus desarrollos urbanísticos
(demanda ambiental) se deberán ajustar en función de las posibilidades y limitaciones
fisiográficas y climáticas del área en la que está ubicada (oferta ambiental),
conformando un verdadero ecosistema urbano.
De esta manera, la estructura urbana estará determinada por los
elementos que conforman la Malla Verde, de modo que la malla vial y la malla de
servicios públicos estará diseñada de un modo donde se destaquen y valoren las
cualidades ecológicas y paisajísticas de la ciudad. De esta manera, las redes vial y de
servicios domiciliarios antes que ocultar y violentar, permitirán revalorizar las
cualidades del paisaje natural.
En la Ciudad Ambientalmente
Deseable, todos los generadores reales y potenciales de sustancias que puedan
contaminar los medios (agua, tierra, aire) estarán controlando su producción en las
mismas fuentes, de modo que los residuos, los vertimientos y los desechos sólidos que de
todos modos se producirán, se podrán administrar con alto grado de eficiencia y a un
costo razonable, garantizando su adecuado transporte y disposición final, sin daños para
el ambiente.
En la Ciudad Ambientalmente Deseable
se pretende estabilizar el nivel de arraigo y el sentido de pertenencia de la gran
mayoría de sus residentes, ante todo, en relación con la estructura de costos de
oportunidad de los factores productivos, que permiten un óptimo aprovechamiento de los
recursos productivos y, la minimización estricta de los costos institucionalizados de
transacción, definidos como el agregado de todos los costos que se derivan de las
fricciones generadas por cualquier forma de intermediación institucional capaz de
interferir en la relación entre los agentes económicos.
La composición funcional y
paisajística de los espacios comunes y en general de los bienes públicos de la Ciudad
Ambientalmente Deseable logra generar una identidad (estética y funcional)
característica y altamente distintiva, que una porción muy grande de sus residentes
logre reconocer y valorar como patrimonio colectivo, de modo que la promuevan como un
valor estético común.
La gestión ambiental de la Ciudad Ambientalmente Deseable
estará integrada con todas las entidades del Distrito, de modo que todas las Autoridades
Locales adquieran la suficiente capacidad técnica y tengan la firme decisión política
de racionalizar todas sus decisiones estratégicas en función de sus eventuales
conse-cuencias ambientales, para optar por la alternativa que resulte ambientalmente menos
costosa a corto y largo plazo.
En la Ciudad Ambiental-mente Sostenible la máxima Autoridad
Ambiental, es decir, el DAMA, pretende descon-centrar el componente "social" de
la gestión ambiental hacia las Localidades, en particular de todos aquellos aspectos
vinculados con la participación de acciones puntuales para mejorar la calidad ambiental,
valorizar el paisaje y/o recuperar y preservar el patrimonio ecológico de la Localidad.
Para lograrlo se transfiere buena parte del control de los usos de los espacios regulados
y las acciones de sensibilización del público frente a los problemas ambientales de la
ciudad.
De otra parte, en la Ciudad Ambientalmente Sostenible, se instituye un
sistema de planificación y manejo ambiental que involucra a todas las autoridades
territoriales del nivel metropolitano y regional de la cuenca, para garantizar la
provisión de los recursos naturales para su desarrollo sostenible, especialmente con
relación a la provisión de agua que pueda tratarse a costos razonables y acorde con la
capacidad de pago de los consumidores.
Como se podrá apreciar en el presente Informe de Gestión, el nivel de
logro de las metas previstas en la ejecución de los proyectos contribuyen en la
ejecución de las políticas y prioridades del Plan de Desarrollo por cuanto se vienen
recuperando impor-tantes ecosistemas del D.C., desarrollando significativas acciones de
control del deterioro ambiental, aumentando el nivel de conciencia y conocimiento de los
problemas ambientales por parte de los ciudadanos e incrementando la eficiencia y eficacia
de la administración.
Vale destacar el crecimiento en el nivel de participación comunitaria,
el cual es una importante medida del impacto social de la gestión institucional y que
viene siendo garantizado mediante el ejercicio del derecho de petición para lo cual la
Entidad está creando la infraestructura necesaria para atender las distintas quejas y
reclamos que presenta la ciudadanía.
Manuel Felipe Olivera Ángel
Director DAMA |