En 1986, cuando trababa en el Instituto
Nacional de Salud de E.U., Michael Zasloff notó que las ranas de uñas, originarias de
África, casi nunca adquirían infecciones, incluso cuando los investigadores las operaban
y las devolvían al agua sucia y llena de bacterias. Dos meses después descubrió que la
piel de las ranas secretaban un antibiótico hasta entonces desconocido con la propiedad
de que ninguna bacteria conocida ha generado resistencia a él.
El nombre dado es magainins y a partir de este
descubrimiento su autor fundó una firma farmacéutica en 1998.
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Se calcula que existe cerca de 30
millones de especies de plantas y animales de las cuales tan solo Han sido descritas menos
de dos millones. Este es un ejemplo de lo que es biodiversidad y del escaso conocimiento
que tenemos sobre ella. A pesar de que las
cifras mencionadas pueden parecer altas, corresponden a especies sobrevivientes de cinco
grandes extinciones previas, la última de las cuales ocurrió hace cerca de 65 millones
de años en la que desaparecieron dinosaurios.
Aunque no se tiene la absoluta certeza de cuál fue la causa
de estas catástrofes ecológicas, existe acuerdo en que hay indicios de que podríamos
estar cerca de la sexta, esta vez causada por el desarrollo de la civilización moderna.
Esta apocalíptica visión contrasta muchas veces con el
cuestionamiento respecto a la verdadera necesidad e importancia de conservar la
biodiversidad. ¿Por qué proteger la biodiversidad?
Existen diversas razones que pueden responder este
interrogante: La primera es Ecológica, toda la vida que se expresa desde los más remotos
bosques húmedos tropicales hasta los más áridos desiertos del mundo sostiene, en virtud
de mecanismos no siempre comprendidos por el hombre, la existencia humana, manteniendo
recursos tan fundamentales como el aire y el agua.
La segunda es una razón económica, descubrimientos de gran
transcendencia para el desarrollo científico en áreas tan variadas como la medicina, la
física y la aeronáutica se deben a la observación y estudio de especimenes de la flora
y la fauna.
La tercera, y no por ello la menos importante, es ética, en
términos sencillos, es correcto cuidar nuestro propio hogar y asegurar su permanencia en
condiciones aceptables para quienes nos sucedan.
Por supuesto, en definitiva, el respecto por la integridad de
nuestros recursos es responsabilidad y debe ser compromiso de todos sin importar la razón
que consideramos más relevante. |