8. CUADROS DE RESTAURACIÓN: del 7 al 12 |
CUADRO VII: EXPANSIÓN URBANA SUBNORMAL SOBRE ÁREAS DE VOCACIÓN FORESTAL |
Existen diferentes formas de urbanización ilegal: pirata, clandestina, tugurial y tipos intermedios, siendo esta la forma predominante de construcción de extensos tramos del borde urbano de expansión. En la urbanización, como en todos los campos, la ilegalidad no es exclusiva de ningún grupo socioeconómico; su gama cubre desde lo tugurial hasta el extremo del lujo.
El proceso tiene varios aspectos. Desde el punto de vista urbanístico implica una apropiación incorrecta de los espacios periféricos, destruyendo más que captando, los valores rurales y silvestres del Distrito, a través de formas de ocupación y construcción de bajo perfil técnico. Desde el punto de vista de la producción agropecuaria, el proceso implica la expansión de frentes de urbanización sobre comunidades rurales, destruyendo la base natural y sociocultural del modo de vida de éstas. Bajo una perspectiva conservacionista, la ciudad no ha hecho una apropiación eficiente del espacio y los recursos hacia el interior del área urbana y se lanza, no obstante, a expandir el margen de sus problemas hacia áreas que mejor contribuirían al mosaico territorial bajo coberturas naturales que urbanizadas dentro de parámetros negativos de forma, densidad y funcionalidad.
La mayor parte de las áreas sobre las que se dan los crecimientos ilegales del borde suroriental (límite urbano – rural) corresponden a reservas forestales y otras áreas de manejo especial del suelo rural de protección. El hecho de que se cubran de casas y no de árboles, no sólo es el problema, sino que señala la solución conjugada: si en realidad estas áreas estuvieran adecuadamente reforestadas (como corresponde a su "vocación") difícilmente podrían acoger desarrollos urbanísticos ilegales.
En el fondo de toda esta cuestión, está la necesidad de generar formal y operativamente la malla de áreas verdes en el borde de expansión, como superestrucgtura ordenadora del crecimiento de la ciudad, orientándolo a una apropiación eficiente de los valores silvestres y rurales de la periferia, así como hacia un balance sostenible de elementos artificiales y naturales, con una asignación espacial adecuada a los procesos socioeconómicos y los ecológicos esenciales.
La percepción de la urbanización como un problema ambiental está relacionada con la confusión entre ésta y la artificialización. La mayor parte de los problemas ambientales y de su agudización en los sistemas urbanos, proviene de la artificialización del medio. Esto es, un desbalance entre los cambios que el hombre introduce en su entorno para ajustarlo a sus necesidades (adecuación) y los que opera sobre sí mismo, a nivel social y cultural, para ajustarse a las oportunidades y limitantes del medio (adaptación).
La urbanización se rescata así, en su significado de construcción del medio humano, de ejercicio racional de apropiación del espacio y de conexión armónica de los elementos y procesos antrópicos, a los flujos y compartimentos de los ecosistemas.
Dentro de la ciudad, reconocida como tendencia intrínseca de desarrollo del nicho ecológico del hombre, todos los elementos deben ser urbanizados, es decir, dotados de significado y función dentro de las estructuras y procesos urbanísticos. Si se va a conservar un bosque, este bosque debe tener significado, valor y uso urbanos y si estos elementos no están dados, deben ser construidos dentro de la cultura y función de la ciudad.
El manejo forestal en el borde de expansión debe apuntar a la preservación o restauración de los atributos estructurales y funcionales de las microcuencas urbanizadas o suburbanas, que el mosaico urbano requiere para su sostenibilidad, evitando la conversión de éstas en alcantarillas.
Las plantaciones forestales constituyen barreras físicas a la urbanización ilegal, así como barreras visuales con un marcado efecto aislante entre los procesos urbanos y los núcleos socioeconómicos rurales amenazados por la expansión.
Condiciones físicas básicas
• Se cumplen las descritas en las generalidades.
Oferta ambiental
• La oferta ambiental para la restauración corresponde a lo mencionado en las generalidades, desde el punto de vista biofísico.
• Sin embargo, la valoración ambiental desde los sistemas urbanizadores ilegales genera otra distribución de la oferta ambiental, dependiente de la conectividad vial, los centros de oferta de empleo y servicios y las tendencias espaciales del poblamiento. Esta oferta ambiental (la del entorno relevante de los urbanizadores) es la que cuenta en este cuadro de restauración, con el fin de detectar puntos clave en el territorio, para el control del ordenamiento.
Potencial biótico
• Las zonas periurbanas presentan una amplia gama de condiciones de conservación, desde las muy ricas en valiosos relictos de ecosistemas nativos, hasta las muy degradadas. En general la tendencia de la urbanización ilegal es a una relación directa entre el estrato socioeconómico y el estado de conservación (se dan algunas excepciones, correspondientes al cuadro anterior).
Potencial sociodinámico
• La alta presión de urbanización en estas áreas, ha llevado a la maduración de un debate técnico (que tiene más de 20 años), al punto en que hoy existe, aproximadamente, un consenso sobre la necesidad de reconocer y orientar esta dinámica, acoplándola a una fuerte inversión privada en preservación y restauración.
• En síntesis, se ha demostrado muy costoso y poco eficaz, el mantener una barrera invisible entre la urbanización y la reserva forestal, sin suficiente control y sin concertación con los agentes urbanizadores del borde de expansión.
• La presión de urbanización representa una oferta de recursos, que mediante una norma de densidades más bajas y cesiones verdes mucho más amplias que las acostumbradas y un tratamiento paisajístico de la urbanización, recargado en la preservación y restauración de los ecosistemas nativos, contribuiría a construir un borde urbano estable con características ambientales, funcionales y estéticas positivas.
Factores limitantes
• La geoinestabilidad es un factor limitante en unas pocas locaciones.
• Los demás factores limitantes son los mencionados en las generalidades.
Factores tensionantes
• Destrucción de la cobertura vegetal. Instantáneo y creciente. [3]
• Destrucción de rodales de especies raras. Instantáneo y definitivo. [2,3]
• Destrucción del suelo. Instantáneo y creciente. [2,4]
• Reemplazamiento de coberturas naturales blandas por coberturas duras, alterando la hidrología local. Instantáneo y creciente. [2]
• Contaminación hídrica de las microcuencas urbanizadas. Se construyen casas pero no soluciones sanitarias adecuadas. Gradual y creciente. [2,5]
• Expansión de tensionantes diversos por conductas inadecuadas, desde los frentes de urbanización hacia las zonas rurales y silvestres vecinas. Gradual y creciente. [2,3,4,5]
• Descomposición social y criminalidad que restringen el potencial recreativo y ecoturístico de la reserva forestal. Gradual y creciente. [2]
Interacción tensionantes – limitantes
• La destrucción del bosque por la urbanización ilegal contribuye a la paramización secundaria, creando un mesoclima desfavorable para el uso residencial. En general, la tendencia es a un control climático de la urbanización por encima de los 3000 msnm. La desforestación hace más riguroso este control natural.
• La urbanización ilegal destruye las fuentes de agua que son su principal factor limitante. Si el Distrito no subsidia el suministro hídrico, este control automático es bastante eficaz, pues además obliga a la conservación de las microcuencas y las coberturas protectoras.
• De muchas otras maneras, la urbanización ilegal destruye la base natural que la sustenta, lo que implica un control autocatalítico (como el crecimiento de las patologías sociales), con frecuencia poco deseable. En muchos casos la urbanización no se detiene hasta el extremo de densidad y degradación.
Alteración: grado, forma y tendencia
• La urbanización como alteración de los ecosistemas es muy poco entendida, debido al escaso desarrollo de la ecología urbana en el país.
• La urbanización no es un problema ambiental, es la tendencia natural de desarrollo de los sistemas humanos en el extremo de las tendencias generales de integración, especialización, miniaturización y centralización.
• La urbanización, sin ser «mala» en sí, puede tener problemas ambientales. Estos problemas se resumen en el balance adecuación / adaptación (arriba explicado).
• La urbanización sí es una alteración definitiva, en la escala temporal humana. Pero no es la destrucción de la Naturaleza, sino un experimento suyo, viable o no, la construcción de un orden nuevo, pero jerárquicamente dentro del natural.
Potencial de restauración
• En la mayoría de las zonas existe el potencial biótico suficiente para, dado un ordenamiento de la actividad urbanizadora, construir una interfase suburbana con un adecuado balance de arbolado y zonas verdes.
• Definitivamente, en ciertas áreas naturales únicas o frágiles, el control sobre la urbanización debe ser estricto y la restauración de la vegetación nativa, total.
Priorización
• De fondo, la prioridad está en la comprensión, proyección y manejo del ordenamiento espontáneo de la ciudad.
• La reforestación de las reservas forestales desforestadas suena redundante y cacofónica, pero evidencia el problema y la prioridad: si no se da un uso sostenible, el ordenamiento espontáneo se encarga de darle el más probable.
Estrategias y lineamientos generales para la restauración
• Hacer la reforestación redundante y retrasada arriba mencionada.
• En especial, se requieren barreras con plantaciones forestales de rápido crecimiento, sobre los frentes de urbanización subnormal, como franja de amortiguación entre éstos y las zonas rurales y silvestres vulnerables.
• Cabe formalizar la idea discutida por años: la urbanización privada en una franja, pagará la constitución y el manejo de un espacio público de conservación en otra adyacente.
• Pero en la franja urbanizada, se conservarán y restaurarán todos los relictos y rondas. Así se conforman dos franjas: una verde y la otra verde clarito.
• Si a la gente le llama la atención urbanizar la reserva forestal, que viva en el bosque. De hecho, ya existen algunas experiencias piloto muy positivas que vale la pena revisar.
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CUADRO VIII: INCENDIOS FORESTALES (ex–ante / ex–post) |
El manejo de los fuegos en la vegetación natural puede dividirse en tres grupos de estrategias: prevención, control y mitigación. El papel que juega el Protocolo de Restauración, con respecto al manejo de los fuegos en vegetación natural cae en las estrategias previas (manejo ex–ante) y posteriores (manejo ex–post). Lo que se hace durante el fuego (control) corresponde a otra especialidad.
Sobre el manejo del fuego en vegetación se han escrito muchos textos especializados. Aquí sólo cabe decir que el fuego es un elemento natural de gran parte de los ecosistemas colombianos, reflejado en múltiples adaptaciones a nivel de estrategias y atributos vitales de las poblaciones y ritmos y estructuras de los ecosistemas.
Los fuegos naturales se presentan debido a:
• Sequías.
• Acumulación de necromasa inflamable.
• Escasa acumulación de humedad.
• Atributos vitales pirogénicos.
• Factores naturales de ignición (chispas eléctricas, refracción en gotas, etc.).
La combinación de estos factores en un momento dado, determina la inflamabilidad o probabilidad de conflagración. De acuerdo con Wright & Bailey (1982) el potencial de ignición del material vegetal por un rayo, depende de la fuente de combustible, la cantidad y continuidad del mismo, su humedad y el clima del momento. Tormentas eléctricas secas, en combustibles continuos sobre pendientes moderadas a suaves tienen mayor probabilidad de causar grandes fuegos si los vientos y temperaturas son altos y la humedad relativa es baja.
La intervención humana, sin embargo, puede intensificar este régimen tensionante natural, al hacer los fuegos más frecuentes, intensos o extensos, por cualquiera de los siguientes factores:
• Aridización antrópica.
• Extensión de vegetación antropófica pirogénica.
• Cultura de manejo.
• Quemas intencionales (caza, agricultura, pastoreo, control de plagas, vandalismo).
• Incremento de factores artificiales de ignición accidental (vehículos, fogatas, cigarrillos, vidrios abandonados, fricción de cargas arrastradas, etc.).
• Acumulación o fuga de materiales inflamables ajenos a la vegetación (gases, hidrocarburos, madera u otros materiales vegetales cosechados, etc.).
• Control de quemas pobremente planificado (acumulación de masa y extensión inflamables).
Una vez se enciende la vegetación, otros factores determinan la extensión, velocidad y dirección del incendio:
• Estación climática: dependiendo de los días de sol y de lluvia anteriores al incendio, el suelo y la vegetación acumulan más o menos agua.
• Hora del día: con el sol alto, desde poco antes hasta poco después del medio día, el viento y el calor son más intensos, atizando el fuego. Un fuego avanza más rápido de día; si se inicia en la mañana puede avanzar más que si se inicia al caer la tarde.
• Dirección del viento: el fuego avanza a mayor velocidad, con mayor temperatura, llamas más altas y atraviesa más fácil las barreras en la dirección del viento, debido a la inclinación de las llamas hacia el material combustible (fuego anterógrado). Correspondientemente, la velocidad e intensidad son menores en la dirección contraria al viento, pues las llamas se hallan recostadas sobre el material quemado (fuego retrógrado).
• Pendiente: el fuego avanza rápidamente ladera arriba y lentamente hacia abajo (por la orientación de las llamas). En las cañadas se encajona, provocando fuertes corrientes de aire ascendente que secan y calientan la vegetación superior agilizando su ignición. Además, las pendientes fuertes y expuestas difícilmente acumulan humedad y por ende son más propicias para el inicio y expansión de los incendios.
• Humedad del suelo y la vegetación: los cursos de agua, las franjas de suelos húmedos y vegetación piroclástica (de muy baja inflamabilidad) o húmeda frenan el avance de los incendios.
• Distribución espacial del material inflamable: el fuego gana fuerza en dirección de las acumulaciones de material inflamable y vegetación pirogénica. Algunos árboles, como los pinos, frecuentemente explotan, dispersando el fuego.
• Material de combustión lenta: la turba, el mantillo y troncos muertos caídos o en pie, suelen arder lentamente y sin llamas haciendo pasar inadvertidamente el fuego de un punto a otro o manteniendo el fuego oculto por varios días, luego de lo cual puede liberarse en otra dirección.
• Altura de la vegetación: cuando árboles altos se encienden, troncos y ramas en llamas caen, haciendo avanzar más rápido el fuego o ayudándolo a salvar obstáculos.
• Chisperos: la vegetación o acumulación de material inflamables en puntos altos, así como las coronas altas de las palmas, al incendiarse se agitan con el fuego y el viento, arrojando chispas a grandes distancias, con lo que el incendio puede crear nuevos frentes o incluso atravesar medianos cursos de agua y otras barreras.
• Huida de fauna: algunos animales en su huida pueden arrastrar chispas en su pelaje dispersando el incendio (caso típico de los conejos).
Las distintas especies vegetales presentan comportamientos diversos con respecto al fuego, que pueden ser favorables o desfavorables a la prevención. La inflamabilidad de una especie vegetal y de la vegetación de que hace parte, depende en gran medida de la proporción entre su acumulación de materiales inflamables y sustancias volátiles, por una parte, y la acumulación de agua, por otra.
En el manejo de vegetación natural frecuentemente expuesta al fuego, es preciso realizar una clasificación de la flora dominante según las siguientes categorías:
• Pirogénicas: especies con atributos que aumentan la inflamabilidad de la vegetación de la que hacen parte: altas concentraciones de sustancias volátiles, acumulación de materiales inflamables y baja acumulación de humedad en los tejidos o en el micrositio. Las principales pirogénicas en el área rural del distrito son el laurel hojipequeño (Myrica parvifolia), el helecho marranero (Pteridium aquilinum, A. Martínez, com.pers.), entre las nativas, y el pino candelabro (Pinus patula) y el retamo espinoso (Ulex europaeus), entre las introducidas. Los pajonales, como es sabido, son típicamente pirogénicos.
• Pirófilas: especies sin rasgos que aumenten particularmente la inflamabilidad de la vegetación, pero cuyos atributos vitales hacen que sean favorecidas por el fuego (activación de semillas, preparación del suelo, aumento de la iluminación, etc.). Ej: frailejón (Espeletia grandiflora), espartillo (Orthosanthus chimboracensis), según Rangel y Vargas, respectivamente.
• Pirorresistentes: el fuego no las favorece directamente, pero su mayor resistencia relativa al fuego o su capacidad superior de rebrote, hacen que la frecuencia de fuego sea más desfavorable para sus competidoras, permitiéndoles abundarse por el efecto diferencial. Ej.: el mortiño (Hesperomeles spp.) y el té de Bogotá (Symplocos theiformis).
• Pirotolerantes: el fuego no las favorece directa ni indirectamente, pero tampoco las afecta hasta el punto de reducir su abundancia relativa, gracias a una tolerancia y capacidad de rebrote medianas. Ej.: el raque (Vallea stipularis) podría estar en esta categoría.
• Pirovulnerables: el fuego las afecta significativamente, sufriendo grandes daños, alta mortalidad y con baja capacidad de rebrote; al aumentar la frecuencia de los fuegos estas poblaciones disminuyen su abundancia relativa dentro de la vegetación. Muchos árboles del bosque primario pertenecen a esta categoría.
• Piroclásticas: estas especies poseen rasgos que las hacen poco inflamables, característica que comunican a los rodales de que hacen parte, en proporción a su abundancia relativa, convirtiéndose en factores de reducción de la inflamabilidad general y en barreras para la expansión de los fuegos cuando éstos se presentan. Estas características tienen que ver con la composición química (baja concentración de compuestos volátiles), la arquitectura (baja acumulación de necromasa en pie), la degradabilidad (necromasa depuesta de rápida descomposición, dificultando la acumulación de material inflamable) y, especialmente, la alta acumulación de humedad dentro de los tejidos y/o bajo la copa.
La tendencia a incrementar el contenido de humedad del lugar es típicamente sucesional y propia de especies dinamogenéticas con notable capacidad constructiva, por lo cual éstas no sólo reducen la inflamabilidad de la vegetación sino que desestabilizan los rodales de pirogénicas y pirófilas, haciéndolos avanzar sucesionalmente a tipos de vegetación menos inflamables. Entre las que así se comportan vale la pena destacar el gaque (Clusia multiflora), el garrocho (Viburnum triphyllum), el mano de oso (Oreopanax floribundum) y la uva de anís (Cavendishia cordifolia).
Debe recordarse que en las etapas de plántula y juveniles, prácticamente todas las especies son altamente vulnerables al fuego. Las especies menos vulnerables generalmente basan su resistencia al fuego en una alta capacidad de rebrote, una fuerte reproducción vegetativa y/o ciclos vitales ajustados a la frecuencia de fuegos, de modo que la planta alcanza a crecer, reproducirse y dejar semillas resistentes, en el lapso típico entre quema y quema.
Fuego en las áreas rurales bogotanas
Los incendios tienen mayor probabilidad, mayor peligro y mayores costos en las áreas con abundante cobertura vegetal próximas a áreas densamente pobladas, por la simple coincidencia de la acumulación de material combustible con la frecuencia de factores de ignición.
En las Áreas Rurales Distritales existe un gradiente de humedad atmosférica que determina la mayor probabilidad de incendios hacia el Norte (Suba y Usaquén) y hacia el Suroccidente (Ciudad Bolívar), que son las zonas más secas. Sin embargo, en el sector seco de Ciudad Bolívar no se ha conservado suficiente vegetación para un fuego importante. De acuerdo con estadísticas actualizadas del Cuerpo Oficial de Bomberos el sector con mayor ocurrencia de incendios forestales es el suroriental de la ciudad, al parecer el más cercano al barrio Los Alpes, es frecuente ocurrencia de incendios en Suba y Usaquén, seguidas por Chapinero y Santa Fe (sector Cerros Orientales). En San Cristóbal (Localidad 4) la humedad atmosférica es tan alta que la frecuencia y extensión de los fuegos es muy baja.
En estas zonas se da una combinación de factores adicionales que si no reciben un adecuado manejo ex–ante determinan que los fuegos, de por sí muy probables, tengan características de extensión e intensidad mayores:
• Pendientes muy pronunciadas y expuestas (al viento y el sol), que limitan la acumulación de humedad.
• Plantaciones forestales densas y relativamente extensas y continuas (sin cortafuegos).
• Especies forestales introducidas con reconocidas características pirogénicas, como el pino candelabro (Pinus patula) con alta acumulación de agujas secas y resinosas, un alto contenido de resinas inflamables y comportamiento explosivo en los incendios. El eucalipto (Eucalyptus globulus), en menor medida, contribuye también a la inflamabilidad debido a la alta penetración de luz bajo sus copas (aumenta la sequedad), la acumulación de hojarasca rica en sustancias volátiles y de difícil descomposición y la exclusión alelopática de un sotobosque que actúe como retenedor de humedad, efecto que se intensifica en zonas secas.
• Como piedra de toque, la destrucción extensa de los bosques originales de encenillo ha propiciado la formación de extensos pajonales, matorrales y rastrojos en los que abundan especies nativas pirogénicas. Una de las dominantes es el laurel hojipequeño o cruz de mayo (Myrica parvifolia), con sobresalientes condiciones pirogénicas: acumulación de ceras y otras sustancias volátiles en las hojas, acumulación de yesca en pie (masas de ramitas muertas y secas, copa traslúcida (el sol penetra hasta el suelo superficial, manteniéndolo seco), alta densidad de los agregados, ubicación preferencial en laderas expuestas (fuera de las cañadas).
Las condiciones de manejo también contribuyen al cuadro de alta inflamabilidad:
• Fuerte supresión de incendios (por control público y privado) favoreciendo la acumulación de material inflamable y la ocurrencia de incendios desastrosos y extensivos.
• Reforestación sin planificación ni control, carente de medidas preventivas, con especies y en sitios de alta inflamabilidad.
• Falta de control policivo (no se controla a los atracadores, mucho menos a los incendiarios o a los campistas desprevenidos).
Algunas de las medidas tomadas son contraproducentes, como la reforestación con Pinus patula en las zonas afectadas por fuegos o la prohibición de extraer ramas de Myrica parvifolia.
El concepto de vegetación pirogénica es poco conocido en el país. A pesar de la escasa investigación al respecto, en la zona altoandina, los registros de incendios y los atributos de las especies, permiten identificar tres importantes pirogénicas: el laurel hojipequeño, el helecho marranero y el retamo espinoso. Las tres comparten rasgos diagnósticos:
• Distribución en agregados densos y casi puros.
• Estrictamente heliófilas, por lo que las ramas y hojas bajas mueren bajo la sombra de las jóvenes más altas.
• Acumulación de ramas y follaje secos y en pie (necromasa inflamable en pie).
• Alta penetración de luz a través del follaje abierto (microclima y suelo secos).
• Biomasa subterránea importante y gran capacidad de rebrote pos–quema.
En el siguiente diagrama se ilustra lo anterior.
Es indispensable anotar, que la pirogenicidad no es inherente a la especie (ninguna tiene mechero), sino resultante de la combinación de sus atributos vitales con determinados predisponentes ambientales. No puede pensarse en su erradicación total, pues, de hecho, son herramientas en extremo valiosas para la recuperación de suelos degradados e, incluso, la prevención de otros desastres (como los deslizamientos). Sencillamente, deben manejarse en ambientes y con patrones espaciales adecuados.
Condiciones físicas básicas
Entre los predisponentes físicos arriba mencionados se destacan:
• Veranos marcados, con supermínimos de humedad atmosférica cada tantos años.
• Pendientes fuertes que limitan la acumulación de humedad.
• Vientos fuertes.
• Escasez de quebradas o franjas de suelo húmedo (cortafuegos naturales).
• Picos que pueden servir como chisperos.
• Cañadas secas que se convierten en chimeneas de aire recalentado durante el incendio, expandiendo el fuego en las laderas superiores.
Oferta ambiental
• Cortafuegos naturales (eriales, quebradas, zonas húmedas o sin vegetación).
• La pendiente fuerte es favorable si el fuego se inicia arriba, pero muy desfavorable si sucede lo contrario (que es lo más frecuente).
• Fuentes de agua cercanas para bombear durante el control de incendios.
• Tras el fuego, la oferta de nutrientes es alta. Se requieren medidas para evitar su pérdida por arrastre y lavado.
Potencial biótico
• La flora piroclástica es mucho más abundante que la pirogénica y puede ser expandida a partir de los focos y franjas en que se encuentra naturalmente agregada.
• En general, el avance sucesional favorece un balance hídrico más alto y disminuye la inflamabilidad.
• Sin embargo, los bosques supermaduros tienden a acumular demasiada necromasa combustible.
• Después del fuego, la regeneración depende de las plantas, semillas y rebrotes sobrevivientes. Sin embargo, muchos de ellos corresponden a especies pirogénicas que pueden perpetuar el ciclo de incendios.
• Muchas especies son estimuladas en su crecimiento, por el fuego y la oferta de nutrientes en las cenizas.
• La dispersión en los sitios quemados depende principalmente de medios físicos, como la gravedad y el viento. Son especialmente importantes las especies anemócoras (ej.: Asteráceas).
• Los fuegos, cuando no son devastadores, aumentan la diversidad de hábitas y coberturas.
Potencial sociodinámico
• Los incendios típicos de las áreas rurales tienen como común denominador el factor de ignición humano.
• Las conductas de riesgo están asociadas a un ecoturismo sin orientación o a un vandalismo, producto de la falta de educación ambiental y control.
• La comprensión científica del papel del fuego en los ecosistemas está poco difundida a nivel institucional.
• Muchas de las medidas aplicadas son contraproducentes, como la reforestación con pirogénicas, la falta de cosecha y clareo de las plantaciones forestales y la erradicación total del fuego.
• Dado que la lentitud del ciclado de nutrientes en los ecosistemas altoandinos es uno de los principales limitantes, el fuego tiene un efecto muy favorable, al mineralizar instantáneamente los contenidos de materiales que, de otro modo, se descompondrían muy lentamente.
Factores limitantes
• La pobreza de la mayoría de los sustratos, debida a las fuertes pendientes y años de erosión antrópica, favorece el desarrollo de vegetación pirogénica y una baja acumulación de humedad.
• Tras el fuego, los principales limitantes son la insolación, el descenso del balance hídrico y la pérdida general de regulación físicoquímica.
Factores tensionantes
Los efectos directos a ser mitigados, son instantáneos, estables después del fuego y comprenden:
• Eliminación directa de vegetación.[3]
• Destrucción del banco de plántulas y de semillas. [3]
• Eliminación de microflora del suelo superficial. [4]
• Volatilización del nitrógeno del suelo. [4]
• Mortandad de fauna vulnerable. [5]
Los efectos secundarios ocurren después del fuego y tienden a incrementarse en el tiempo hasta ser controlados por la sucesión natural o apoyada (restauración); incluyen:
• Erosión superficial del suelo (por impacto y por escorrentía). [4]
• Lavado intenso de nutrientes. [4]
• Insolación del suelo. [4]
• Desplomes continuados de árboles en pie. [3]
• Fragmentación de los rodales. [2,3]
• Establecimiento de vegetación pirófila secundaria. [3]
• Tendencia a entrar en un régimen crónico de fuegos. [2]
• Atracción del ganado, que amplifica los impactos. [2]
Interacción tensionantes – limitantes
• Dado que el fuego es más probable en pendientes fuertes, tras él, la erosión es intensa.
• Los limitantes relacionados con la destrucción del mesoclima y la pérdida de regulación físicoquímica, favorecen la ocupación de los sitios quemados por las especies mejor adaptadas, algunas de ellas pirogénicas en diverso grado. Fácilmente, los sitios quemados se hacen más susceptibles a quemas futuras y entran en ciclos multianuales de fuegos de vegetación.
Alteración: grado, forma y tendencia
• En general, la alteración producida por el fuego es leve, a pesar del aspecto impresionante del incendio, los riesgos que genera y la apariencia desolada de los sitios quemados.
• Con el fuego, la sucesión no se detiene, las reservas del suelo no sufren impactos considerables, el crecimiento de la vegetación se estimula con la rápida incorporación de nutrientes antes bloqueados en la necromasa difícil de descomponer.
Potencial de restauración
• Las zonas afectadas por incendios tienen un alto potencial de restauración. La regeneración natural es, generalmente, muy activa. Es preciso, sin embargo orientar la composición florística y el patrón espacial para generar coberturas menos susceptibles al fuego.
Priorización
• La primera prioridad es establecer si el fuego es un problema, dónde y por qué.
• Si se maneja el fuego, se puede prevenir en lugares donde realmente es indeseable, mientras que se aprovecha donde puede tener efectos favorables (como la prevención de incendios devastadores).
• Los estudios de pirogenicidad vegetal y zonificación de inflamabilidad, son la única herramienta válida de priorización y de planificación del control de incendios.
Estrategias y lineamientos generales para la restauración
• Manejo ex–ante: la base del manejo previo de los fuegos está en el control de los factores naturales y antrópicos. Las estrategias pueden dividirse en prevención primaria (actuando sobre las causas de ignición) y prevención secundaria (actuando sobre los factores de expansión de los fuegos).
• Las estrategias primarias de prevención incluyen: clasificación pirogénica de la vegetación, seguimiento histórico de las quemas, monitoreo de factores naturales y antrópicos, zonificación del riesgo, control de factores y conductas de riesgo, educación preventiva, asistencia técnica, remoción de agentes y factores de riesgo.
• Las estrategias secundarias de prevención incluyen: incremento de la humedad del suelo y la vegetación, despeje de franjas cortafuegos, enriquecimiento con especies piroclásticas, eliminación selectiva de poblaciones pirogénicas, inducción preclimácica sobre agregados pirogénicos y fuego prescrito.
• En consecuencia, las estrategias de restauración (manejo ex–post) incluyen una serie compleja de medidas y tratamientos (Sección 7), destinados a mitigar los efectos, controlar la expansión de los impactos (erosión, infestación de malezas, etc.) y establecer una cobertura de baja inflamabilidad, impidiendo que el fuego ocurrido genera una dinámica multianual de incendios recurrentes sobre vegetación pirófila.
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CUADRO IX: URBANIZACIÓN CAMPESTRE ("Chaletización") |
Este cuadro de restauración corresponde a áreas rurales con procesos estables o crecientes de urbanización dispersa de estrato alto, conformando suburbios (localmente denominados "urbanización campestre" o "chaletización").
En su mayoría se trata de suelos con aptitud agrológica limitada o deteriorada por un largo historial de aprovechamiento inadecuado (régimen crónico de tensionantes leves).
Las condiciones iniciales son de oferta ambiental y potencial biótico muy reducidos, que típicamente se recuperan espontáneamente en las primeras etapas de la urbanización. Esto se refleja en el crecimiento de las coberturas leñosas (matorrales y rastrojos) y la regeneración de parches y bordes en los fragmentos boscosos, así como la reaparición de especies animales (aves, ardillas, micromamíferos, insectos) y la recuperación de caudales.
Con el tiempo, la densificación residencial revierte la mayor parte de los atributos recuperados. La presión de ocupación hace retroceder la biota y la demanda y la polución agotan los caudales. El extremo de alteración es la conversión total y definitiva del área rural en urbana. La opción y necesidad de manejo es la estabilización de una interfase suburbana.
Una de las principales alteraciones de este cuadro de restauración está asociada a la jardinería. La importancia de este tensionante no debe ser subestimada, pues implica una alteración profunda de la cobertura vegetal en proporción directa a la densidad de la urbanización. De la forma como el proceso urbanizador incorpore la vegetación natural remanente y cree espacios para la revegetalización o la regeneración espontánea de la flora nativa, depende la calidad y magnitud de su impacto ambiental.
Por su combinación de características (abajo expuestas), los suburbios son la mayor oportunidad para el urbanismo sostenible y la creación de modelos de poblamiento y manejo ambiental. Así deben ser enfocados y manejados, como transición espacial y no temporal a lo urbano.
Condiciones físicas básicas
Corresponden a las expuestas en las generalidades. En general, los procesos de urbanización campestre no se extienden mucho por encima de los 3200 msnm, debido al severo clima del páramo. Muchos proyectos se promueven y venden en verano y se abandonan con las primeras asperezas del invierno.
La urbanización dispersa del área rural también aporta rasgos físicos artificiales como el aumento de sustratos duros, coberturas impermeables y vías, alterando el patrón de circulación del agua en el suelo.
Oferta ambiental
• Régimen de perturbaciones atenuado por el cambio de uso agropecuario a residencial suburbano (suspensión de fuego, pastoreo, labranza, agroquímicos, escarda, entresaca, etc.).
• Suelo frecuentemente enriquecido por aportes de tierra negra y otros.
• Microclima diversificado por estructuras artificiales (edificaciones, arborización, setos, etc.).
• Aparición de sustratos duros o muy alterados (cimentaciones, placas, escombreras).
Potencial biótico
• Fitodiversidad aumentada por flora exótica de jardinería.
• Repoblación de fauna dispersora.
• Mosaico ambiental diversificado por la mezcla de unidades rurales, suburbanas y silvestres.
• Conectividad y fragmentación variables, dependiendo de la densificación residencial.
• Mantenimiento de los relictos y fragmentos en las primeras etapas de urbanización (baja densidad residencial).
Potencial sociodinámico
• Aunque variable, la actitud y el manejo hacia los elementos naturales es más conservacionista.
• También variable, tiende a existir mayor conocimiento o valoración del medio ambiente y los elementos naturales del entorno.
• No existe dependencia estricta de la explotación directa del suelo (uso residencial y recreativo), por lo que hay más libertad para ensayar nuevas prácticas de manejo.
• Alta sensibilidad a la conservación del agua.
• Resistencia social al aumento de la urbanización y la alteración escénica.
• Alta sensibilidad a la conservación escénica y el mejoramiento estético (por sensibilidad estética o por valor agregado a la propiedad suburbana).
• Baja cohesión comunitaria, el tejido social es pobre y poco diferenciado.
• Poca presencia local (prácticamente limitada a noches y fines de semana), tratándose típicamente de población conmutadora.
• Mezcla de culturas rural y urbana, con formas de conceptualización, valoración y motivación distintas.
• Generación incipiente de cultura suburbana. Germen de apropiación cultural y afectiva del paisaje suburbano.
• Frecuente conflicto intercultural y por uso de recursos naturales entre campesinos y "fuereños".
• Organización paralela (a veces no es tan evidente pero existe) entre campesinos y fuereños. Ello dificulta la convocatoria y la extensión, pues existen realmente dos comunidades con dos formas distintas de comunicación y organización.
• Extensos predios con propietarios ausentistas, bien por decadencia de la actividad rural o por especulación de tierras para urbanizar (o ambas).
Factores limitantes
• Visión fatalista del progreso (como destrucción inevitable de lo rural y lo natural).
• Mezcla de intereses divergentes (población mixta).
• Escasa presencia de los propietarios. Interlocución con empleados.
• Suelos profundamente alterados (frecuente pérdida de infraestructura por pasado agrícola y construcción reciente).
• Requisito de ajustar la fisonomía y composición de la cobertura vegetal a criterios paisajísticos (perspectiva, privacidad, circulación, gustos particulares, capacidad de interpretación, etc.).
• Fragmentación de la propiedad y encarecimiento del suelo. Dificulta la creación de grandes áreas de preservación y la aplicación de tratamientos extensivos de restauración.
Factores tensionantes
Se trata de un régimen complejo de tensionantes leves y severos a nivel físico, biótico y cultural, caracterizado por la alta velocidad de transformación.
• Alteración agresiva y reemplazamiento artificial de la cobertura vegetal por jardinería. [3]
• Introducción de flora exótica. Algunas especies muy agresivas se escapan de los jardines y se convierten en malezas o en plagas (especies fugitivas).[3]
• Tala de relictos y fragmentos para urbanizar. [3]
• Contaminación hídrica por vertimientos domésticos (falta de obras de saneamiento básico). [2]
• Contaminación por vertimientos de sistemas de alteridad no residenciales pero típicamente suburbanos (marraneras, restaurantes, establecimientos nocturnos, turísticos, etc.). [2]
• Aumento de muertes de fauna silvestre por atropellamiento. [5]
• Aumento de perturbación a la fauna por ruido. [5]
• Predación de fauna local por animales domésticos (perros y gatos). [5]
• Crecimiento de la red vial. Aumento de la fragmentación de hábitats y alteración del drenaje del suelo. [2]
• Pérdida del conocimiento tradicional de los ecosistemas y biotas locales. [6]
• Rompimiento del tejido social rural. [6]
• Construcción de muros, alambradas y otros elementos de aislamiento, en detrimento del tráfico de algunos dispersores y rompiendo el escenario y el tejido social rural. [6]
Interacción tensionantes – limitantes
Las interacciones son múltiples y complejas. Sin hacer un tratado sobre la urbanización del área rural, aquí se resumen algunas de las más destacadas en la práctica de restauración:
• La resistencia cultural pasiva de los campesinos a la urbanización los hace más refractarios a la extensión conservacionista (y cualquier mensaje directo de cambio de conceptos y valores).
• El rompimiento del tejido social y el debilitamiento paulatino de la cultura local hace que se pierdan los elementos culturales que podrían servir de base sociodinámica para la conservación.
• La societalización (cambio de relaciones primarias, personales, por secundarias, de tipo societal, más laxas y anónimas) baja la disposición a la participación en medio ambiente, el cual se convierte en una expectativa de servicio público (se espera que el Estado mande a alguien a que lo instale y lo repare).
• La densificación de la urbanización aumenta todos los limitantes relacionados con individualismo, fragmentación y disminución del potencial biótico.
Alteración
La alteración es profunda y la tendencia creciente. En las primeras etapas hay recuperación ambiental, que se revierte con la densificación de la urbanización. Entre las principales alteraciones se destacan.
• Tendencia a densidades mayores.
• Tendencia a expansión hacia las partes más aisladas y más altas.
• Especialización de microcuencas abastecedoras en acequias de aguas negras.
• Endurecimiento progresivo de los sustratos.
• Modificación severa del drenaje por vías y edificaciones.
• Cambio drástico de la cobertura vegetal por edificación y jardinería.
• Aumento inicial y disminución posterior de la cobertura vegetal protectora (cordones riparios, relictos de bosque, fragmentos de rastrojo y matorral nativos).
Potencial de restauración
• Factibilidad de aprovechar la cultura conservacionista suburbana orientándola hacia el conocimiento, preservación y restauración de la vegetación y los ecosistemas nativos.
• Factibilidad de orientar la urbanización hacia la conformación de un suburbio estable y sostenible.
• Factibilidad de conformar un mosaico de relictos conservados, cordones riparios (rondas protectoras de quebradas y nacederos) y jardines amables.
Priorización
• Este cuadro es de la mayor prioridad para el Distrito, pues el correcto manejo de los ecosistemas periurbanos y su urbanización ordenada, garantiza tanto la estabilización del crecimiento y densificación de la ciudad como la apropiación correcta del espacio público y privado en los nuevos sectores urbanizados.
• La construcción de suburbios estables es prioritaria para el establecimiento de un ecotono armónico rural–urbano, como franja de encuentro e intercambio constructivo entre culturas y funciones diversos más no divergentes.
Estrategias
• Promoción intensa y extensiva de la jardinería amable (especies y técnicas de jardinería y paisajismo favorables a la conservación y conectividad de los ecosistemas nativos).
• Preservación estricta de los relictos de vegetación nativa.
• Restauración de cordones riparios dentre de las rondas protectoras de Ley en quebradas y nacederos.
• Fortalecimiento de la dependencia conciente de quebradas y nacederos, evitando otras fórmulas de abastecimiento y la conversión de los cursos locales en alcantarillas.
• Promoción y presión para la adopción de obras adecuadas de saneamiento básico.
• Fortalecimiento de los elementos y funciones rurales mediante asistencia técnica para el aprovechamiento sostenible.
• Fortalecimiento sociocultural de las comunidades rurales, mediando su integración simbiótica y estabilización dentro del suburbio.
• Rescate, articulación y enriquecimiento de los elementos positivos de las culturas locales en la construcción de una cultura local de conservación, dinamizada hacia la preservación y la restauración de un mosaico suburbano acorde con la visión colectiva del ordenamiento deseado.
• Las estrategias sociodinámicas deben considerar la diversidad cultural y contribuir a mediar la convivencia en torno a la conservación.
• El trabajo sociodinámico debe diferenciar en estrategias y tratamientos los pobladores suburbanos (que quieren conservar rural y suburbano) y los urbanizadores (dedicados comercialmente a densificar y expandir la urbanización).
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CUADRO X: DEGRADACIÓN DE HUMEDALES POR URBANIZACIÓN |
Todos los sistemas lénticos (lagos, lagunas, pantanos) tienden naturalmente a colmarse de sedimentos y a transformarse eventualmente de lacustres (lagos) en palustres (pantanos) y finalmente en ecosistemas terrestres. Este proceso, impulsado por el aporte de sedimentos y nutrientes (principalmente fósforo) de la cuenca tributaria, típicamente es acelerado por las actividades humanas.
Dentro del Distrito Capital de Santa Fe de Bogotá, se encuentran dos tipos principales de ecosistemas lénticos (de aguas estancas): las lagunas de alta montaña (de origen glaciar), ubicadas en los páramos, y las lagunas de desborde (de origen aluvial), en el altiplano.
Los llamados humedales bogotanos, pertenecen al segundo tipo. Se ubican en el borde occidental de la ciudad, dentro de un área de fuerte actividad antrópica.
Aunque esta situación no se presenta en las áreas rurales abarcadas por el presente estudio (Sur y Oriente del Distrito Capital), su importancia dentro del Distrito y en la percepción ambiental de la ciudadanía obligan a su mención dentro del Protocolo Distrital de Restauración.
Este cuadro corresponde a las áreas del sistema de humedales del plano de inundación de la cuenca media del río Bogotá y los cursos bajos de sus principales afluentes (Juan Amarillo, Fucha y Tunjuelito), los cuales han sido transformados en principales colectores del sistema de alcantarillado de la ciudad. Las aguas afluentes mezclan enormes aportes de materia orgánica de los vertimientos domésticos, junto con metales pesados, grasas, hidrocarburos y otros tóxicos, procedentes de la escorrentía urbana de las aguas lluvias y los vertimientos industriales y de otros establecimientos (talleres, asaderos, etc.).
Los humedales sufren por ello, una aceleración del proceso de eutrofización (enriquecimiento de nutrientes y proliferación de plantas acuáticas), colmatación (pérdida de profundidad por sedimentos) y terrificación (conversión en tierra).
A medida que el proceso avanza, las distintas franjas de vegetación avanzan hacia el centro del humedal. En una fase avanzada, las masas de tierra y vegetación en medio del cuerpo de agua se expanden y el flujo del agua a través de la cubeta se hace más lento, con las masas sirviendo como filtro. Así, el tiempo de residencia de los materiales disueltos y arrastrados aumenta y el proceso se acelera.
A esto se suma el relleno intencionado desde sus márgenes, con tierra negra, escombros y recebo, con el fin de ampliar subrepticiamente el terreno para urbanizar, a expensas del cuerpo de agua.
Por su carácter aluvial (lagunas de desborde) estos humedales funcionan como amortiguadores hidráulicos, absorbiendo las avenidas (crecientes) del Bogotá y sus afluentes. Los terrenos urbanizados sobre estos sistemas siguen padeciendo la misma dinámica y aumentada, con fuertes oscilaciones del nivel de las aguas negras, con grave riesgo para las propiedades, vidas y salud humana.
Este cuadro de restauración difiere de todos los anteriores, referentes a ecosistemas terrestres, pues en el caso de los acuáticos el objetivo de la restauración no es echar a andar y acelerar la sucesión natural, sino desacelerarla y, de ser posible, detenerla, luchando contra la tendencia de conversión de acuático en terrestre.
Esto invierte la lógica de la restauración, pues no se trata de aumentar las entradas y restringir las salidas, sino de todo lo contrario, de modo que se controlen los procesos acumulativos de nutrientes, sedimentos y vegetación. En líneas generales, se trata de que se contenga el agua y todo lo demás o no entre o salga sin mayor tiempo de residencia dentro de la cubeta. Con esto hay que conciliar otros tres objetivos de manejo:
• Evitar la urbanización del espacio público (rondas y humedales) y el asentamiento humano en áreas de riesgo e insalubres.
• Mantener la aptitud de este espacio público para el servicio recreacional de la población urbana.
• Conservar el hábitat de la fauna migratoria y local (con varios endemismos) concentrada en los humedales bogotanos.
Estas preocupaciones son relativamente recientes, producto de la creciente preocupación mundial por el medio ambiente. De hecho, gran parte de la ciudad fue construida sobre el plano aluvial, en muchos casos sobre el relleno de grandes y pequeños humedales (de donde viene gran parte de su alto riesgo sísmico).
La situación de cada humedal es particular. En pocos casos cabe pensar en la restauración de un sistema aproximado al primitivo; en otros, aún pueden rescatarse muchos atributos estructurales y funcionales del sistema palustre o lacustre. En otros, sin embargo, la factibilidad y prioridad se inclina más hacia la eliminación de un problema hidráulico y sanitario, en medio de situaciones socioeconómicas difíciles que hacen muy poco viable la recuperación del ecosistema acuático (ej: el humedal de La Vaca, en Kennedy).
Condiciones físicas básicas
• Tierras bajas dentro del altiplano con temperaturas relativamente altas y elevada evapotranspiración.
• Dinámica aluvial de desborde, con fuertes oscilaciones de los afluentes y del receptor (río Bogotá) que en muchos casos represa e inunda los humedales aledaños.
• En consecuencia con lo anterior, existen dos niveles de agua (mínimo y máximo) y una interfase anfibia.
• Avenidas periódicas que arrastran parte de los materiales acumulados hacia el efluente.
• El sustrato es de suelos aluviales, pesados, mal drenados y con poca o nula estructura.
• En la franja anfibia el sustrato se comporta intermitentemente como suelo (fase terrestre) y como sedimento (fase acuática).
• Altas condiciones de nutrientes, materia orgánica, metales pesados y gran diversidad de tóxicos, tanto en el agua como en los suelos aledaños (depósitos aluviales).
• Alta DBO (Demanda Bioquímica de Oxígeno) y baja descomposición / alta acumulación de materia orgánica.
• Tendencia al aumento de las oscilaciones hídricas y del tiempo de residencia de los materiales afluentes, por colmatación que hace más lento y laberíntico el flujo del agua a través del humedal.
Oferta ambiental
• Aporte seguro de agua y nutrientes.
• Diversificación creciente de ecotopos dentro del humedal (franjas y sitios puntuales con condiciones ecológicas diferenciadas).
• Temperatura relativamente alta que favorece el desarrollo de la vegetación.
• Escasa profundidad que favorece el calentamiento y la circulación completa de nutrientes a través de la columna de agua (lo cual favorece la proliferación de plantas acuáticas).
En síntesis, lo único que mantiene el humedal es el régimen hidráulico; los demás factores parecen confabulados para su desaparición.
Potencial biótico
• Diversidad taxonómica y funcional de plantas acuáticas, cada una con un nicho especializado en una fase de la colmatación y terrificación.
• Rutas tradicionales de migración de aves acuáticas.
• Poblaciones relictuales de aves endémicas (ej.: Cistatorus, Rallus semiplumbeus).
• Poblaciones relictuales de peces endémicos (ej.: Eriophtalmus mutisii).
• Muy escasos elementos relictuales de los matorrales y bosques riparios primitivos (tintos, alisos, tunos, cedros, etc.).
Potencial sociodinámico
• Alta y creciente sensibilidad de la ciudadanía hacia la conservación de los humedales.
• Alta demanda de espacio público.
• Creciente interés recreacional en los cuerpos de agua del Distrito.
• Prioridad del espacio público y los parques en las políticas distritales.
• Creación del Comité de Parques del Distrito, el cual permite coordinar las acciones de las distintas entidades en torno a los humedales y el espacio público.
• Presencia activa de organizaciones no gubernamentales trabajando por la conservación de los humedales bogotanos.
• Creciente interés de la academia (universidades e institutos científicos) en la investigación y manejo de los humedales bogotanos.
• Presencia activa de la Asociación Bogotana de Ornitólogos y otros grupos de investigadores y aficionados a las aves.
• Bagaje de experiencias institucionales de manejo en estos humedales, con diversidad de enfoques y métodos.
• Fuerte presión de urbanización sobre los humedales.
• Frecuentes problemas jurídicos en la delimitación de rondas y espejos de agua.
• Conflicto entre las comunidades asentadas sobre el área inundable y la conservación del humedal.
• Asentamiento de población marginada en terrenos marginales por su propia degradación ambiental.
• Casos locales de control de grupos al margen de la Ley (milicias, paramilitares y pandillas) en las comunidades subnormales asentadas sobre el humedal.
• Existencia de grandes prioridades locales, relacionadas con el marginamiento socioeconómico, anteponibles a la restauración del ecosistema o a la recuperación del espacio público (salud, seguridad, vivienda, empleo).
• La restauración de zonas verdes e infraestructura recreacional en áreas socioeconómicamente deprimidas requiere acompañamiento de estrategias de desarrollo comunitario, de modo que la comunidad pueda captar el valor agregado por el mejoramiento ambiental.
Factores limitantes
En términos biofísicos, el cuadro se caracteriza por los excesos más que por deficiencias para el desarrollo del ecosistema. Sin embargo, desde la perspectiva de la restauración del sistema acuático, pueden señalarse dos limitantes:
• Oxígeno disuelto. Su concentración puede ser críticamente baja, dificultando la descomposición, solución y evacuación de la materia orgánica con el efluente.
• Circulación limitada. La cantidad de agua contenida y circulante ha descendido en algunos casos a niveles críticos. Dado que el problema principal de manejo son las concentraciones de materiales disueltos y en suspensión, el volumen del solvente es un factor primordial, desde el punto de vista bioquímico e hidráulico.
Factores tensionantes
• Afluencia de materia orgánica por excretas (aguas servidas domésticas) y otros vertimientos (asaderos, industria, etc.). Creciente. [2]
• Afluencia extra de fósforo por vertimientos de detergentes y otros polifosforados. Creciente. [2]
• Afluencia de hidrocarburos diversos (ligeros, pesados, aromáticos, etc.) por escorrentía urbana y vertimientos (talleres, industria, cambiaderos de aceite, gasolineras, etc.). Creciente. [2]
• Afluencia de metales pesados por escorrentía urbana y vertimientos industriales. Estable. [2]
• Afluencia de otros tóxicos. Creciente. [2]
• Relleno desde las márgenes con suelo y escombros. Creciente y definitivo. [1,2]
• Descarga de basuras. Creciente. [2]
• Cacería ilegal esporádica de aves y pequeños mamíferos. Eventual. [5]
• Molestias de los paseantes a las aves y los nidos. Constante. [5]
• Prácticas de eliminación de plantas acuáticas sin cuidadado de sitios de refugio y nidación de las aves. Periódica. [5]
• Mantenimiento de jardines y parques sin cuidado de sitios de nidación de las aves (poda de matorrales y juncales y reemplazo por césped corto hasta la orilla del agua). Periódica. [5]
• Predación por animales domésticos (perros y gatos). Constante. [5]
• Reemplazo de vegetación riparia relictual por fórmulas artificiales de jardinería poco propicias al sostenimiento de la fauna. Permanente. [3,5]
• Proyectos de revegetalización de rondas o márgenes que inadvertidamente promueven la terrificación del humedal. Eventual y creciente. [2,3]
Interacción tensionantes – limitantes
• La combinación de alta carga de materiales con bajo volumen hídrico y bajo oxígeno disuelto, fortalecen la dinámica de acumulación y colmatación.
Alteración
• Alteración principal consistente en la aceleración antrópica del proceso natural de eutroficación, colmatación y terrificación, pasando de ecosistema acuático a terrestre.
• La alteración no destruye los mecanismos sucesionales, sino que los acelera y desvía.
• La alteración tiene expresión diversa en las fases acuática, anfibia y terrestre del humedal, colmatando la primera, invadiendo y transformando la segunda y destruyendo totalmente la tercera (vegetación riparia).
• La alteración tiene un profundo significado de ordenamiento, representando una faceta de la especialización funcional de los cursos de agua urbanos en sistemas de evacuación y la asociación de áreas ambientalmente marginales en asiento de población humana así mismo marginada.
Potencial de restauración
• Varía de un caso a otro, dependiendo de lo avanzado del proceso de colmatación y del entorno socioeconómico.
• La factibilidad de restaurar el humedal, depende en muchos casos de obras costosas como desviación de colectores, tratamiento de aguas afluentes o separación de aguas lluvias y servidas en la colección.
• Independientemente del enfoque, la restauración del humedal depende de la restricción en las entradas y el aumento de las salidas de tóxicos, nutrientes y sólidos, lo cual puede abordarse por métodos hidráulicos, mecánicos, biológicos, químicos, etc.
• La rehabilitación total, es decir, la restauración completa de un ecosistema palustre primitivo es prácticamente imposible en los casos revisados.
• La recuperación de algunos atributos estructurales y funcionales del ecosistema primitivo, conciliados con usos actuales y potenciales como el rescate del espacio público para recreación, es factible en la medida en que se incorpore la dinámica aluvial al diseño y manejo, al tiempo que se concilian las necesidades de conservación y recreación en el diseño.
• En muchos casos puede llegarse a obtener un parque adecuadamente zonificado para la recreación, la conservación de elementos naturales frágiles y zonas de compromiso entre ambas actividades.
• En casos avanzados de colmatación en entornos socioeconómicos críticos se impone la consumación del proceso de terrificación, no tratándose ya de un problema de restauración de un ecosistema natural o algunos de sus atributos, sino de uno de manejo sanitario y obras civiles.
Priorización
• Los humedales deben ser calificados uno a uno, de acuerdo con su potencial particular de restauración, de acuerdo con el costo / beneficio de la misma.
• En donde se justifique, estos ecosistemas deben ser recuperados e incorporados a la función del espacio público dentro de modelos creativos que den fórmulas eficaces a la ciudad para la urbanización adecuada de los ecosistemas periféricos.
• En donde el análisis de costo / beneficio y factibilidad, haga poco recomendable la restauración, debe priorizarse la inversión en ordenamiento urbano, saneamiento básico y desmarginalización de la población.
Estrategias
• Siempre se debe partir de estudiar la factibilidad de tratar las aguas antes de vertirlas al humedal.
• Zonificar teniendo en cuenta los sitios de refugio, nidación y forrajeo de las aves y otra fauna local, para evitar eliminar la vegetación asociada a los mismos o el establecimiento de actividades molestas para la fauna.
• Establecer tratamientos de cosecha: prácticas que permitan remover los excedentes de producción vegetal del humedal y aprovecharlos (compostaje, recuperación de suelos degradados, combustible, papel, etc.).
• Recuperar el comportamiento hidráulico del humedal: dragado, reapertura del canal central, procurando un flujo continuo y el menor tiempo de residencia de los materiales dentro de la cubeta del humedal. El permitir el intercambio con otros cuerpos de agua, incluido el receptor (ej: río Bogotá), debe evaluarse según su efecto físico–químico y biológico sobre el humedal tratado.
• Acelerar la desintegración y descomposición del material vegetal de exceso, por medios mecánicos, químicos o biológicos, acopladas a la salida de los detritos con el efluente.
• Aumentar la oxigenación completa de la columna de agua (por medios mecánicos o químicos) para agilizar la descomposición de materiales acumulados y su salida con el efluente.
• La revegetalización de las márgenes y rondas debe conciliar, desde el diseño, la creación de una estructura vegetal propicia para los usos del espacio público, con la recuperación de atributos de los ecosistemas nativos riparios (bosques de aliso, juncales, tunales, bosques colinados de cedro, etc.).
• La revegetalización debe aplicarse de modo tal que no acelere el proceso de terrificación, evitando especies con alto efecto de drenaje o la inducción o consolidación de etapas sucesionales en la sere de terrificación. Este es de los pocos casos de restauración en que el tratamiento debe ir en dirección contraria a la tendencia sucesional.
• Incluir en la revegetalización flora nativa amenazada, propia de los ambientes riparios, palustres y de colinas, así como la cobertura vegetal que por fisonomía y composición mejor contribuya al repoblamiento y sostenimiento de la fauna nativa (nidación, refugio, tránsito, alimento, cortejo).
• La aplicación de cualquier estrategia o tratamiento de recuperación del humedal debe tener en cuenta la época, zonas y forma de aplicación, de modo que cause el menor impacto posible sobre la fauna del humedal, con especial atención a la endémica. La recuperación de un espacio público a costa de la extinción de una especie es la decisión menos rentable y una pesada deuda con las generaciones futuras.
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CUADRO XI: DETERIORO POR PLANTACIÓN INADECUADA DE FORESTALES INTRODUCIDAS |
Desde finales del siglo XIX y especialmente desde mediados del XX, se introdujeron en el país (y Bogotá fue un foco de ello) varias especies de árboles, dentro de paquetes de tecnología forestal, aplicados con éxito en otros países, en su gran mayoría de las zonas templadas. Coníferas europeas y norteamericanas, eucaliptos australianos, acacias asiáticas y australianas, se convirtieron en herramientas de fácil producción masiva y manejo estandarizado de plantación, que permitieron devolver cobertura vegetal a extensas áreas que habían sido taladas y profundamente deterioradas durante siglos desde la Conquista europea.
La mayor parte de esta tecnología estaba diseñada para la producción de pulpa y madera. En principio se pensó que Bogotá y otras zonas podían convertirse en importantes productoras forestales. Esto dio lugar a la entusiasta extensión de tratamientos de forestería industrial incluso a zonas que requerían tratamiento forestal protector. En muchos casos las plantaciones de exóticas se establecieron reemplazando bosques, rastrojos y subpáramos nativos.
Muchos propietarios privados fueron inducidos a adoptar estos proyectos como fórmula segura de enriquecimiento. Los términos de referencia para manejo de microcuencas, a pesar de la definición del área forestal protectora, incluían indicadores como trozas, pulpa, piezas, tablas y metros cúbicos (de madera, no de agua). El enfoque se extendió al arbolado urbano, donde al ciprés se añadieron los mismos eucaliptos y acacias, junto con los urapanes (Fraxinus chinensis) y los jazmines chinos (Pitosporum undulatum).
Estas especies se popularizaron por su gran adaptabilidad, rápido crecimiento y disponibilidad masiva en vivero. Algunas, como el eucalipto, llegaron a hacerse parte distintiva del paisaje del altiplano bogotano. Al mismo tiempo, la facilidad de la importación tecnológica relegó al olvido la investigación y aprovechamiento de la rica flora nativa.
La combinación de especies productivas, tecnología probada, suelos apropiados y proximidad a los sitios de mercado y transformación no resultó la fórmula mágica que se esperaba. Colombia debía resolver otros aspectos para convertirse en una potencia forestal.
Entre tanto, las plantaciones establecidas en áreas forestales protectoras no pudieron recibir un adecuado manejo silvicultural, incluyendo los clareos para facilitar el restablecimiento de vegetación nativa y la adecuada producción de madera. Ello se debió principalmente, al impedimento jurídico que la definición misma de Área Forestal Protectora establece (Decreto 2811/74), al prohibir la extracción de madera de la misma.
Debido a esto, las plantaciones se desarrollaron de modo inadecuado, con densidades excesivas, en rodales coetáneos (bloques de árboles de la misma edad) y sin podas formativas ni clareos. Las características particulares de estas especies, su inapropiada ubicación en zona protectora, los errores de diseño de las plantaciones y la falta de manejo silvicultural, dieron lugar a una amplificación de los efectos negativos de la forestería sobre suelos, agua y biodiversidad. Con el tiempo, las plantaciones dejadas a su suerte, se convirtieron en grandes acumulaciones de materiales inflamables, en gran parte responsables por la dinámica de agresivos incendios forestales que ya son tradicionales en áreas como los Cerros Orientales, máxime allí donde se asociaron a nativas (ej.: Myrica parvifolia) o malezas exóticas (ej.: Ulex europaeus) con atributos pirogénicos.
La creciente preocupación por el medio ambiente y los valores asociados a la biodiversidad de los ecosistemas nativos, así como la manifestación que a la larga estuvo a ojos vista, de los efectos indeseables de la forestería convencional, han llevado en las últimas dos décadas a un auge en el interés por la vegetación nativa.
En estos momentos se ha planteado la conveniencia de un reemplazamiento gradual de las plantaciones forestales de exóticas, por coberturas vegetales nativas, priorizando aquellas zonas donde mayor perjuicio causan aquellas y más convendrían estas.
Esto no implica un anatema contra ciertas especies, sino una revisión y enmienda de los enfoques aplicados a su manejo. Como sucede con cualquier herramienta, ninguna especie es de por sí "mala", pero puede estar mal ubicada y aplicada. Como se ve en otros cuadros de restauración y tratamientos, las especies exóticas (también llamadas introducidas) se incluyen en el presente Protocolo Distrital de Restauración, sacando el mejor provecho de sus innegables atributos, en los lugares y bajo el manejo más apropiados.
Condiciones físicas básicas
• Rango altitudinal ascendiendo hasta los 3200 msnm, si bien, se concentran entre los 2700 y 3000 msnm, rango por encima del cual son más escasas y tienen menor desarrollo. Por tanto, están por debajo de la línea de heladas de altura.
• Microclima regulado por la plantación.
• Alta intercepción y evapotranspiración, especialmente en las plantaciones más densas y en crecimiento.
• Acidificación de suelos y aguas (bajo pinares).
• Sustrato variable, desde suelos arenosos derivados de la formación Guadalupe (muchos pinares) hasta arcillosos, originados en rocas más finas.
• Suelos generalmente degradados, por tensionantes previos a la plantación y por la plantación misma. Suelos generalmente superficiales, de baja fertilidad, ácidos, con poca estructura y baja asimilación de materia orgánica.
• Alta susceptibilidad a incendios forestales por sobreacumulación de hojarasca (que se acumula sin descomponerse), maderas, resinas y otros combustibles.
• Escasa penetración de luz.
• Baja oferta de espacio para enraizamiento y crecimiento.
Oferta ambiental
• Microclima favorablemente regulado por la plantación.
• Oferta diversificada de sitios de germinación por parches de caída de árboles, incendios y otras perturbaciones crónicas dentro de las plantaciones.
• Zonas con acumulación de materia orgánica sin degradar (pero que puede hacerse disponible con tratamientos simples).
• Franjas y focos de ambientes con ventaja para la competencia por especies nativas (franjas riparias, suelos rocosos, núcleos de condensación, ambientes de transición a páramo y subpáramo, etc.).
Potencial biológico
• Áreas generalmente con pocos relictos de vegetación nativa, en especial de estados sucesionales avanzados.
• Baja abundancia y diversidad de fauna en todos los taxa (desde invertebrados hasta pequeños y medianos vertebrados).
• Las plantaciones ofrecen un medio poco propicio para los dispersores y poco permeable al tráfico de propágulos (semillas, esporas).
• Bloqueo de dispersión anemócora por cortinas densas y anchas de árboles.
• La oferta de sitios de germinación es baja y las alteraciones bioquímicas del suelo hacen que no pueda contarse con bancos de semillas nativas.
• Competencia muy severa, tanto arriba como bajo el suelo, por agua, luz, espacio, nutrientes.
• Alelopatía complicando la competencia (competencia excluyente o "juego sucio").
• Son frecuentes algunas franjas (bordes de las plantaciones, cañadas, escarpes, cordones riparios) con vegetación nativa más o menos interconectable que puede funcionar como fuente y vía para el tráfico de dispersores y propágulos.
Potencial sociodinámico
• Existe un claro obstáculo jurídico para el clareo y reemplazamiento gradual de estas plantaciones, el cual radica en su status de plantaciones forestales protectoras.
• Fuerte tendencia conservadora en los enfoques forestales de las entidades a cargo de la mayor parte de estas plantaciones, que ofrece resistencia a una variación en los métodos y objetivos.
• Reconocimiento creciente de las desventajas y externalidades negativas de la forestería convencional.
• Conocimiento creciente del valor y manejo de la flora nativa altoandina.
• Interés creciente en la conservación, valoración y aprovechamiento de la biodiversidad.
• Ampliación de la gama de objetivos de manejo en la gestión de la cobertura vegetal y las áreas rurales.
• Preocupación creciente por el suministro hídrico y su afectación por el manejo de la cobertura vegetal.
• Presión creciente de las comunidades rurales situadas aguas debajo de las plantaciones forestales.
• Conocimiento creciente de los riesgos implicados en la sobreacumulación de combustibles en plantaciones forestales no sometidas a forma alguna de cosecha o clareo.
Factores limitantes
• Baja disponibilidad de nutrientes (acidez, bloqueo en materia orgánica sin descomponer, pobreza original).
• Escasa oferta de hábitat para la fauna nativa.
• Baja luminosidad.
• Poca oferta de espacio de germinación y crecimiento.
• Alta competencia por todos los recursos físicos.
• Sustancias alelopáticas inhibiendo germinación y crecimiento.
Factores tensionantes
• Prácticas de preparación del terreno, consistentes en eliminación de la vegetación nativa, previa al establecimiento de la plantación. Puntual y definitiva. [3]
• Introducción de especies exóticas en altas densidades. Creciente. [3]
• Prácticas de mantenimiento y liberación, eliminando periódicamente la regeneración natural y agotando la respuesta del banco de semillas y los retoños nativos. Periódica y creciente. [3]
• Sepultamiento de semillas y plántulas por gruesas capas de hojarasca de lenta o casi nula descomposición. Constante. [3]
• Secreción y acumulación en el suelo de sustancias alelopáticas inhibidoras de germinación y crecimiento. Creciente. [3]
• Fuegos de vegetación periódicos. Muchos de ellos son fuegos subterráneos, a través de la hojarasca y el mantillo, atacando raíces, semillas y plántulas. Recurrente. [3,4,5]
• Fuerte erosión hídrica superficial (laminar y hasta en cárcavas) promovida por la eliminación competitiva de sotobosque y estratos herbáceos o rasantes, así como por la pérdida de estructura del suelo bajo coberturas densas de exóticas. Creciente. [4]
• Homogeneización excesiva del medio, con pérdida de hábitat para fauna y flora asociadas (insectos, vertebrados, quiches, orquídeas, helechos, etc.). Creciente. [3,5]
• Sin que exista un total acuerdo técnico al respecto, la evidencia acumulada señala los siguientes efectos sobre el suelo:
• Alelopatía (Acacia decurrens, Eucalyptus spp.) [4]
• Esterilización (Eucalyptus spp., Pinus patula) [4]
• Compactación (Eucalyptus spp., Pinus spp.) [4]
• Acumulación de materia orgánica sin descomponer (Pinus spp.) [4]
Interacción tensionantes – limitantes
• La densidad y homogeneidad (de especies y edades) de las plantaciones acentúan la mayoría de los tensionantes relacionados con la competencia y agudizan el efecto de los factores limitantes.
• Los efectos tensionantes y la agudización de los limitantes varía con la edad de la plantación. Durante la fase de crecimiento rápido y durante los picos de densificación ("crowding") los efectos se intensifican.
Alteración
• Cambio de ecosistemas autónomos y funcionales por coberturas incapaces de autorregeneración y automantenimiento.
• Suspensión – desviación de la sucesión.
• Pérdida de hábitats y biodiversidad.
• Efectos agudos durante etapas de mayor crecimiento y densidad.
• Afectación de todos los mecanismos de regeneración del ecosistema, locales y alóctonos.
• Los efectos se atenúan ligeramente con la maduración y envejecimiento de la plantación (en el largo plazo).
Potencial de restauración
• Transformación gradual de las plantaciones en rodales nativos con fórmulas naturalistas, apuntando a la rehabilitación estructural y funcional de ecosistemas primitivos, siguiendo la distribución espacial de la biodiversidad a través de las ecoclinas.
• En un punto intermedio, muchos rodales pueden ser transformados hasta un punto intermedio, conservando parte del arbolado original, como ganancia de cobertura y elemento de diversidad.
• Lás áreas que requieren tratamiento con mayor urgencia son las de plantaciones jóvenes, donde los efectos son más intensos. Sin embargo, el tratamiento es más factible allí donde el envejecimiento de la plantación o los limitantes ambientales facilitan el establecimiento de vegetación nativa.
• En plantaciones donde las exóticas están bien integradas a la vegetación nativa y los efectos negativos bien mitigados, no se justifica el tratamiento.
Estrategias
• Dando cumplimiento al requisito legal de "efecto protector de la cubierta vegetal", los tratamientos deben tener carácter gradual, haciendo de la transición el concepto básico de diseño y manejo, en el espacio y el tiempo.
• El status jurídico de las plantaciones debe ser modificado de forestal protector a forestal protector–productor, de modo que se viabilice el manejo silvicultural, incluyendo la restauración.
• Divulgación y capacitación en restauración ecológica y ecología altoandina para los técnicos de las entidades encargadas del establecimiento y mantenimiento de las plantaciones forestales.
• En la priorización y zonificación de los tratamientos debe darse prioridad a la consideración de la inflamabilidad y la oferta de hábitat para la fauna.
• Diversificación del medio por medio de tratamientos no homogeneizantes, con variedad de fórmulas y manejos del espacio, ampliando la oferta de micrositios, parches, corredores y variaciones horizontales y verticales.
• Enriquecimiento de la oferta de hábitat para la fauna en recursos de nidación, forrajeo, refugio, tránsito, cortejo, etc.
• En futuras plantaciones debe modificarse el manejo total, evitando la eliminación o sustitución de vegetación leñosa nativa, las densidades excesivas y la eliminación del sotobosque.
• Según la acumulación de combustibles y la distribución de riesgos de conflagración (factores de iniciación de fuegos) debe aplicarse fuego prescrito (también llamado "fuego controlado").
• El fuego también puede ser empleado para el clareo, despeje y para la mitigación de acidez, la desintegración de materia orgánica acumulada y su incorporación al suelo, como preparación para el establecimiento de focos y franjas de vegetación nativa.
• Establecimiento de perchas y nidos artificiales para aves y mamíferos, con prioridad en las necesidades de hábitat de especies dispersoras (paseriformes, ardillas, borugos, murciélagos).
• Combinación de tratamientos con los correspondientes a los cuadros de restauración de microcuencas, hábitas para fauna nativa y áreas afectadas por incendios forestales.
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CUADRO XII: INFESTACIÓN DE RETAMO ESPINOSO (Ulex europaeus) |
En muchos suelos mal drenados y profundamente alterados, en las bases de las laderas, hondonadas y fondos de valle en el área rural y suburbana del Distrito Capital, se encuentran terrenos infestados por esta especie, originaria del centro de Europa, que conforma densas y extensas masas espinosas, ahogando toda otra vegetación e impidiendo cualquier uso del suelo (salvo la construcción).
Su alta capacidad de regeneración hace inútil el fuego y el desbroce. Forma un activo banco de semillas y sus extensas raíces mantienen un alto potencial de rebrote, aún después de tratamientos agresivos de erradicación.
Es una especia típicamente ruderal (se establece en sustratos alterados, detritos, escombros, orillas de caminos y suelos muy perturbados), antropófica (su nicho se expande con la presencia y actividad humanas) y pirófila (resiste el fuego y éste favorece su expansión frente a otras especies).
La sere iniciada por Ulex rápidamente se estaciona en un matorral extremadamente denso y casi puro, con pocos arbolitos nativos emergentes y algunas enredaderas. Su alta densidad (y quizás alelopatía) son tendencias destructivas de la sucesión, por las cuales ésta queda prácticamente detenida y a merced de perturbaciones reiterativas, algunas probablemente propiciadas por la misma planta.
Los matorrales de retamo espinoso acumulan grandes cantidades de necromasa en pie (espinos secos) y poca humedad (la especie carece de hojas, todas ellas modificadas en espinas), lo que favorece la ocurrencia y expansión de fuegos de vegetación que eliminan a sus competidoras y tras los cuales Ulex rebrota y retoma rápidamente el control (ver Cuadro de Restauración 8). Por lo tanto también interesa su erradicación como cobertura pirogénica. Su veloz expansión, a través del fuego y suelos perturbados, es una amenaza para la biodiversidad local y regional.
Su aptitud para establecerse y competir en ambientes severamente alterados y suelos perturbados con estructura y drenaje deficientes, se unen a su ocupación oportunista de terrenos afectados por incendios de vegetación, para garantizar su rápida expansión y tenaz consolidación alrededor del sur y oriente de la ciudad, desde el Embalse de La Regadera, hasta Usaquén (y hasta Tunja y Duitama).
Tiene, por supuesto, puntos débiles. En primer lugar, es estrictamente heliófila (no soporta el sombreado más mínimo), lo cual es una de las razones por las que acumula tanta necromasa: el sombreado de las ramas altas impone la muerte de los troncos y ramas bajos dentro del matorral. Su propagación sexual es deficiente, lo que quiere decir que se reproduce más ágilmente por rizomas, por lo que su expansión es más bien continua, concentrada en los bordes y dependiente de las masas iniciales.
Además, su ventaja competitiva está restringida a las partes bajas y suelos más bien ricos. Hacia las partes altas, el gradiente de paramización imposibilita su expansión (acidez, frío, baja disponibilidad de nutrientes, sequedad fisiológica, heladas, etc.).
Aunque en pendientes moderadas compite bastante bien y despliega su mayor poder de infestación, en zonas planas, con drenaje más lento, su capacidad para competir con pastos exóticos como el quicuyo (Pennisetum clandestinum) es muy limitada. Si no compite bien hacia las laderas altas ni hacia los planos bajos, el problema está concentrado en el pie de las laderas y allí también deben estar las soluciones, principalmente las especies que, con algo de ayuda y trampa, pueden competir con ella.
Dado que el retamo pierde eficacia hacia los extremos de su rango ecofisiológico (hacia las partes altas, frías y bien drenadas o hacia las bajas muy mal drenadas) dentro de sus rodales todos los puntos que se aproximen a estas condiciones pueden ser inducidos con especies más eficaces en dichos ambientes, como avanzada para el reemplazamiento sucesional.
La mayoría de las especies aptas para esta estrategia son arbolitos y árboles nativos, típicos de la vegetación secundaria (priseres y mesoseres) de pie de ladera y cañada, especialmente aquellos que abundan en sustratos muy alterados o inestables y mal drenados. Es la descripción de Verbesina elegans, Abatia parviflora, Buddleja americana, Viburnum triphyllum, Baccharis latifolia, Solanum oblongifolium, entre las principales, además de enredaderas tenaces y asfixiantes como Muehlembeckia thamnifolia, Rubus spp. y Passiflora spp.
Condiciones físicas generales
• Franja de pie de ladera, colinas y fondos de valle. Pendientes moderadas.
• Suelos severamente perturbados, poca estructura y drenaje deficiente (sin ser higromórficos)
• Rango térmico–altitudinal de 2500 a 3200 msnm, concentrado alrededor de los 2700.
• Zonas frecuentemente afectadas por fuegos.
• Márgenes de caminos y otros sustratos fuertemente alterados (ruderales).
Oferta ambiental
• Suelo con poca estructura y drenaje deficientes.
• Sustrato estabilizado por la densa trama radicular del retamo.
• Suelos ricos en nutrientes (alfisoles y molisoles de pie de ladera) con fijación activa de nitrógeno por el mismo espino.
• Clima benigno (dentro de los parámetros altoandinos). Prácticamente exento de heladas.
• Humedad atmosférica alta y relativamente constante a través del año.
• Humedad constante en el suelo. Exento de sequías.
• Alta probabilidad/ocurrencia de incendios de vegetación.
Potencial biótico
• Fuerte competencia del espino debajo y encima del suelo (raíces y copas).
• Probable alelopatía del espino (secreción de sustancias que inhiben el desarrollo de otras plantas).
• Formación de pequeños agregados o individuos emergentes de arbolitos nativos y enredaderas asfixiantes.
• Alta oferta de refugio pero baja de perchas y alimento para la avifauna dispersora.
• Expansión del espino, a expensas de otros tipos de vegetación, facilitada por el fuego y otras perturbaciones asociadas al ambiente antrópico.
Potencial sociodinámico
• Actitud generalizada negativa hacia el retamo espinoso.
• Interés institucional en su control y erradicación.
Factores limitantes
• Poco espacio de colonización por la alta densidad del matorral de retamo.
• Sombreado intenso por el matorral mismo.
• Posible alelopatía.
• Drenaje deficiente. Excluyente para algunas especies, pero muy variable a través del rodal, presentándose puntos mejor y peor drenados, aptos para unas u otras especies.
Factores tensionantes
• Fuego altamente probable y recurrente.
• Aparte de lo anterior, el propio matorral espinoso es defensa contra la mayoría de los agentes tensionantes.
Interacción tensionantes – limitantes
• El fuego y la expansión–mantenimiento del espino están muy probablemente asociados.
• La alteración del sustrato por construcción de vías, derrumbes y rellenos crea nuevos hábitats para el espino.
Alteración
• Reemplazamiento creciente de otros tipos de vegetación por los matorrales plaga de una especie exótica.
• Reducción de la oferta de hábitas para la fauna.
• Exclusión de otros usos por esta cobertura densa y espinosa.
• Propiciamiento de fuegos de vegetación recurrentes.
• Probable deposición en el suelo de sustancias alelopáticas.
Potencial de restauración
• Más factible en los núcleos de los rodales que en los bordes mejor iluminados.
• Puntos dentro del rodal se pueden alejar de las condiciones óptimas de suelo, facilitando el establecimiento de inductores preclimácicos.
• Factibilidad de reemplazamiento por coberturas leñosas nativas. Más probable reemplazamiento por rastrojos y bosques nativos que por pastos.
Priorización
• Este cuadro de restauración es de alta prioridad a nivel local (especialmente en Usme, San Cristóbal y Santa Fe, que son zonas húmedas).
• La afectación en zonas verdes es una prioridad para el espacio público del Distrito (Parque La Regadera, Parque Nacional Holaya Herrera, Monserrate).
Estrategias
• Inducción de núcleos de arborescentes, arbolitos, árboles y enredaderas nativos. Establecimiento de una red de inducción sucesional a través de cada rodal, uniendo núcleos de inducción preclimácica con barreras piroclásticas.
• Tratamiento vegetal rápido de las áreas afectadas por fuego, dentro del rango ecofisiológico (ambiente propicio) del Ulex y en proximidad de sus rodales.
• Manejo agroforestal de las pasturas y del barbecho de los cultivos (aumento de elementos leñosos y sombreado) es clave en zonas propensas.
• Priorizar áreas con otros tipos de vegetación pirogénica (pinos, laurel hojipequeño).
• Sombreado artificial con fibras sintéticas. Debilitamiento de individuos y puntos resistentes con herbicidas sistémicos (inyectados, de modo que se evite la contaminación).
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