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.: Protocolo Distrital de Restauración Ecológica :.
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.: PROTOCOLO DISTRITAL DE RESTAURACIÓN ECOLÓGICA :.

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9. CUADROS DE RESTAURACIÓN: del 13 al 18

  CUADRO XIII: FRAGMENTACIÓN DE ECOSISTEMAS

A diferencia de otros cuadros, este presenta una situación generalizada de la transformación antrópica de la región bogotana, tras miles de años de ocupación humana bajo distintos regímenes ambientales, sociales y tecnológicos.

La apertura de espacios para el hombre, sus animales y plantas domésticos y toda la infraestructura de caminos, habitaciones y demás, se ha hecho a costa de las formaciones vegetales que inicialmente cubrían el altiplano y los valles y sierras circundantes, como un continuo verde de diversos tonos en franjas sobre el telar de las montañas.

Esta sustitución de coberturas naturales por artificiales no se ha hecho de modo indiscriminado, sino de acuerdo con la oferta ambiental de cada sitio en particular, por lo que el efecto se ha acentuado por milenios en ciertos segmentos de la ecoclina. En el Marco Conceptual se resumen algunos de los rasgos principales del proceso histórico de transformación antrópica de los ecosistemas bogotanos.

La desforestación y sustitución de ecosistemas nativos por antrópicos ha acarreado la fragmentación del continuum original de bosques, subpáramos y páramos, creando un mosaico de parches con gran diversidad de formas y tamaños, cuya composición florística también varía según el segmento de la ecoclina al que corresponden y su edad sucesional (etapa a la que corresponden dentro de la serie de regeneración natural).

A pesar de los preocupantes efectos ambientales de la desforestación y todo el deterioro antrópico del medio ambiente sobre la efímera existencia humana, debe reconocerse que los ecosistemas son situaciones dinámicas que han corrido a través de constantes transformaciones a lo largo de eras y períodos, muchas de ellas tanto o más drásticas que las generadas por el hombre. La vida siempre encuentra el camino. La restauración ecológica no es un intento de salvar la biosfera, sino de recuperar nuestra opción de hacer parte de su futuro.

En nuestra breve escala temporal, la desaparición y fragmentación de los ecosistemas naturales crea un problema clásico de ordenamiento: el desbalance entre los compartimentos de producción y sustentación.

El efecto típico del hombre sobre los ecosistemas es la interrupción de la sucesión y su detención en etapas muy tempranas, caracterizadas por baja estructura, baja diversidad y amplios saldos de productividad que son canalizados hacia el hombre y sus especies acompañantes. La sucesión es revertida y detenida por medio de la cosecha misma y otros tensionantes que hacen parte de la tecnología aplicada en cada caso.

Sin embargo, el hombre necesita que algunos compartimentos del paisaje se desarrollen y conserven en estados sucesionales avanzados, de alta diversidad, baja productividad neta, que prestan indispensables servicios ambientales y confieren sostenibilidad al conjunto. Es lo que E.P. Odum (1969) llamó estrategia de desarrollo del ecosistema, constituye la base del ordenamiento ambiental y está implícito en el planteamiento legal de los ecosistemas estratégicos.

Para que los ecosistemas estratégicos sean funcionales deben estar organizados a modo de red de sustentación ambiental a través del área rural del Distrito. Para ello es preciso mitigar la fragmentación. El aumentar su interconexión les devolverá su capacidad de autosostenerse y regenerarse, en beneficio de la sostenibilidad del sistema urbanorregional bogotano.

En este objetivo cada predio y decisión cuentan. Cada manejo y cobertura tiene un grado distinto de artificialidad o de naturalidad; puede ser más o menos amable con el ecosistema, propiciando o dificultando la conexión de los ecosistemas a través del espacio, el viento, las aves, el agua y las ideas.

Condiciones físicas básicas

• Como situación generalizada, las condiciones corresponden a las enunciadas en las generalidades al principio de esta sección.

• Sin embargo, debe enfatizarse el efecto mutuo que la fragmentación de los ecosistemas altoandinos y el cambio mesoclimático tienen. La desforestación favorece la extensión de las condiciones atmosféricas de las franjas superiores a las inferiores (paramización secundaria) y el nuevo mesoclima más severo dificulta y desvía la regeneración natural, apareciendo coberturas vegetales oportunistas que pueden facilitar o retardar la regeneración de las formaciones originales.

Oferta ambiental

• La alteración generalizada acentúa el gradiente ambiental natural, concentrando la oferta de humedad y materia orgánica en áreas como cañadas, márgenes hídricas y pies de ladera y aumentando las diferencias entre áreas propicias y severas (ampliación de extremos ambientales).

Potencial biótico

• Los bancos de semillas y demás mecanismos locales de regeneración han sido destruidos en la mayor parte de las áreas por un largo historial de tensionantes crónicos agropecuarios y urbanos.

• Los pocos bancos de semillas (semillas dormantes en el suelo) corresponden en su mayoría a malezas (introducidas desde la Colonia) y especies oportunistas de páramo y subpáramo.

• Los remanentes de vegetación leñosa (matorrales, rastrojos y bosques) se concentran en escarpes, cañadas y cordones riparios.

• Algunos elementos antrópicos como potreros arbolados, campos en barbecho, cercas vivas, acequias y cordones ruderales (a lo largo de vías), contribuyen a la conectividad.

• Los jardines rurales y suburbanos pueden contribuir al aislamiento o a la conectividad, dependiendo de su manejo.

• La fauna nativa de dispersores ha sufrido un largo y avanzado proceso de extinción regional (que continúa).

• Algunos ecosistemas pueden considerarse como preadaptados a la fragmentación, como es el caso del páramo y subpáramo, que evolucionaron en condiciones de insularidad intermitente a través de todo el Pleistoceno. En esta flora abundan los mecanismos de dispersión por medios físicos y de largo alcance.

Potencial sociodinámico

• La urbanización dispersa en el área rural ("chaletización") tiene, en sus primeras etapas, un efecto positivo de conservación de los fragmentos nativos y regeneración de elementos conectivos.

• Algunos elementos de la cultura rural de manejo son favorables a la conectividad (cercos vivos, nacederos, acequias, potrero arbolado, huerto tradicional, etc.).

• Avance en las normas y mecanismos institucionales para su cumplimiento, sobre áreas protegidas, rondas hídricas, ordenamiento, etc., a nivel nacional y distrital.

• Aumento en la conciencia ambiental de la población distrital rural y suburbana.

• Auge de organizaciones comunitarias y no gubernamentales como cogestores ambientales.

• Consolidación institucional y jurídica de las Reservas Naturales de la Sociedad Civil.

• Adopción del Plan de Manejo de Ecosistemas Estratégicos como componente ambiental rural del Plan de Ordenamiento Territorial del Distrito Capital.

Factores limitantes

• Los factores limitantes corresponden a los descritos en las generalidades, al inicio de esta sección.

• Cabe destacar el papel que juega en la fragmentación el doble seguro edafo-atmosférico (ver cuadro de Alteración Mesoclimática, 17).

Factores tensionantes

• Desforestación para ampliación de cultivos y pasturas. Creciente.[3]

• Establecimiento y mantenimiento de coberturas vegetales artificiales, creando una matriz de baja conectividad y baja permeabilidad al tráfico de propágulos y dispersores. Creciente y fácilmente reversible. [3]

• Expansión de la urbanización y la infraestructura vial. Creciente y definitiva. [2,3]

• Pastoreo en la matriz alterada e intromisión del ganado en los fragmentos, manteniento e incrementando la fragmentación y el clareo paulatino de los fragmentos. Creciente y continua. [3]

• Incendios forestales en los relictos de las laderas medias (Tunjuelo y Cerros Orientales) y quemas de verano sobre pajonales en el límite superior del bosque. Periódica y consuetudinaria. [3]

• Explotaciones mineras a cielo abierto (canteras) creando franjas extensas de alto efecto de aislamiento (mínima permeabilidad al tráfico de propágulos y dispersores). Local y altamente irreversible. [2,3,4]

• Extinción regional de la fauna dispersora. Creciente y difícilmente reversible. [5]

• Entresaca selectiva de maderas, alterando la composición de los fragmentos y vulnerando su estructura al clareo. Constante y creciente. [3]

Interacción tensionantes – limitantes

• La fragmentación aumenta la alteración microclimática (destrucción del mesoclima forestal y paramización) y ésta refuerza la fragmentación al obstaculizar la regeneración.

Alteración

• La desforestación se acentúa en la franja de pie de ladera (mayor oferta ambiental – aptitud agrológica), creando una gran discontinuidad de la ecoclina entre las laderas y los fondos de valle y altiplano.

• En general, la alteración antrópica se acentúa en los cambios de pendiente, allí donde esta se rebaja, conformando extensas franjas de discontinuidad de la ecoclina.

• Desaparición paulatina de los fragmentos, empezando por los tipos de vegetación sucesionalmente más avanzados. La decapitación progresiva de las seres dismimuye el potencial de restauración a nivel local y regional, desestabilizando el sistema sucesional (erosión sucesional).

• La fragmentación unida a la entresaca selectiva, promueve un proceso de extinción regional, encadenando la desaparición de cada especie en un relicto a una disminución de su probabilidad de mantenimiento o restablecimiento en los otros.

• Desarticulación espacial de procesos ecológicos que requieren continuidad en la ecoclina (migraciones verticales, regulación del ciclo hidrológico, regulación geomorfológica o biostasis, etc.).

• Creación de gradientes abruptos de alteración (áreas de alta demanda de servicios ambientales, desconectadas y distanciadas de las áreas con oferta ambiental mejor preservada).

• La fragmentación del área rural y suburbana tiene un efecto total sobre el ordenamiento, al condicionar el crecimiento urbano periférico a una estructura fragmentaria y miniaturizada sin la macroestructura urbana que podría estar orientada por las áreas verdes.

Potencial de restauración

• El Plan de Manejo de Ecosistemas Estratégicos ha planteado una propuesta estructural, viable dentro de las condiciones y tendencias del ordenamiento espontáneo del área rural.

• La propuesta se basa en un gradiente de fragmentación – especialización de la periferia rural hacia el centro urbano, con áreas de preservación y restauración masivas y poco especializadas (con usos múltiples y conciliados) en las áreas menos alteradas y más distantes, pasando a áreas cada vez más pequeñas y especializadas (tratamientos específicos y estrictos de preservación y restauración) en forma de focos y corredores ajustados como red a la estructura suburbana y urbana en desarrollo, hacia el centro del Distrito.

• El objetivo es obtener un mosaico armónico rural y suburbano con niveles adecuados de balance, conectividad e integración entre compartimentos con distintos niveles de alteración/sucesión.

• A nivel local, la factibilidad de restaurar la conectividad entre fragmentos depende básicamente de las condiciones de manejo del medio entre ellos. El potencial es alto, si se considera que existen diversos tratamientos conciliables con usos rurales y suburbanos, que pueden establecer elementos conectores continuos (corredores) o discontinuos (estribones) entre los fragmentos.

Priorización

• Los considerandos de fragmentación y conectividad deben tener primer orden de prioridad dentro del ordenamiento y manejo de las áreas rurales del distrito, para darle sostenibilidad y cohesión orgánica al ecosistema urbano–regional.

• Todos los fragmentos de vegetación leñosa nativa y los páramos primarios (por encima del límite superior del bosque) deben ser preservados, dado el avanzado estado de fragmentación del área rural del Distrito.

Estrategias

• Partir de la preservación estricta de todos los remanentes de vegetación leñosa en el área rural, a través de la aplicación de acuerdos, incentivos y controles claros.

• Prevenir el ingreso de factores tensionantes tales como entresaca y pastoreo al interior de los relictos. El llenado de bordes (ver Tratamientos) y la restauración y protección de ecotonos son prioritarios, para prevenir la fragmentación creciente de los bosques y rastrojos remanentes.

• La estrategia básica de conectividad se basa en mitigar la artificialidad y hostilidad del medio entre los fragmentos, disminuyendo su efecto aislante.

• Donde el espacio entre fragmentos no pueda ser enteramente rehabilitado, deben establecerse los tratamientos de mitigación que concilien la conectividad con los objetivos de manejo de los sistemas rurales y suburbanos (agroforestería, jardinería amable, restauración de rondas, etc.).

• En cada proyecto de restauración deben incorporarse los corredores y estribones de dispersión ornitócora.

• Todo lo que se pueda hacer por proteger y enriquecer el hábitat de las aves dispersoras (pájaros, loros, guácharos), especialmente en los elementos necesarios para su reproducción y circulación a través del paisaje, es del mayor valor para la restauración de la conectividad de los ecosistemas altoandinos.

• Priorizar la conexión de parches correspondientes a distintas etapas sucesionales de la misma sere.

• El trabajo de educación ambiental y extensión del manejo sostenible debe orientarse hacia la creación de un medio rural y suburbano amable con la Naturaleza, de modo que fauna y flora puedan compenetrarse más con los espacios alterados y éstos no sean barreras tan marcadas entre los espacios silvestres conservados.

• El control al ordenamiento en el borde de expansión urbana debe girar en torno a una incorporación eficiente del arbolado rural y los fragmentos silvestres, de modo que sirvan como eje del sistema de áreas verdes y guíen el ordenamiento de los sectores en vías de conurbación.

• Tanto la red de sustentación ambiental del área rural (Plan de Manejo de Ecosistemas Estratégicos) como la malla verde urbana (Programa de Arborización Urbana y Manual Verde) deben diseñarse procurando la máxima conectividad entre la vegetación leñosa rural, suburbana y urbana, mitigando la discontinuidad ambiental entre estas franjas de transformación

 
  CUADRO XIV: EXTINCIÓN DE FLORA NATIVA

La alteración antrópica tiene efectos acentuados sobre ciertas especies, bien sea porque son menos resistentes a las transformaciones del medio, porque hacen parte de los ecosistemas más alterados ( ej.: bosques de pie de ladera y colinas) o porque son objeto particular de prácticas de aprovechamiento no sostenible.

Esto lleva a vulnerar el valioso patrimonio florístico de Santa Fe de Bogotá. Algunas especies de árboles han sido llevadas a situaciones extremas, como en el caso del encenillo hoja de mirto, del cual quedan sólo seis individuos, paradójicamente amenazados por la creación del Parque Ecológico de San Rafael.

Muchas especies han ido desvaneciéndose del entorno bogotano, de modo tan inadvertido, que incluso han sido pasadas por alto por la mayoría de los estudiosos que han trabajado sobre la vegetación de la región (en la figura, a la derecha, individuo relictual de Buddleja americana, Usaquén).

Su desaparición, como la de cualquier elemento del paisaje, tiene dos formas: cultural y física. A medida que la fragmentación de la cultura rural progresa acoplada a la fragmentación del entorno natural, los conceptos que definen los elementos naturales y los valores tradicionalmente asociados a éstos, van desapareciendo más rápido que las especies mismas.

Una vez que el elemento natural (sea una especie vegetal) ha perdido su referente en la cultura, dentro de un paisaje totalmente humanizado, queda desconectado de la función antrópica y su conservación se hace totalmente incierta y eventualmente improbable.

Por tanto, la restauración de estos elementos debe ser tanto física como cultural, reintroduciéndolos en el ecosistema (dentro de la posición ambiental y sucesional que les corresponde) y dentro de la cultura, en pautas de percepción, valoración y manejo sostenible (en la figura a la izquierda, individuo relictual de Polylepis cuadrijuga, Sumapaz).

Dado el carácter de especies amenazadas y lo vulnerable de la situación de muchas de ellas, los tratamientos de preservación y restauración deben ser enfáticos, cuidadosamente controlados y llegar al nivel de individuos siempre se sea necesario.

Entre las especies que el Estudio Base de Restauración (DAMA – Fundación Bachaqueros) indica como amenazadas se cuentan:

• Aguacatillo (Ocotea heterophylla)

• Aguacatillo rojo (Persea ferruginea)

• Almanegra (Buddleja americana)

• Amarillos (Nectandra spp.)

• Arraclán (Rhamnus pubescens)

• Cedro (Cedrela montana)

• Chuwacá (Prunus buxifolia)

• Colorado (Polylepis cuadrijuga)

• Encenillo bogotano (Weinmannia bogotensis)

• Encenillo de hoja ancha (Weinmannia karsteniana, W. Valbisiana)

• Encenillo de hoja gruesa (Weinmannia auriculífera)

• Encenillo de hoja redonda (Weinmannia rollotii)

• Encenillo hoja de mirto (Weinmannia myrtifolia)

• Hueso (Myrcia dugandii)

• Ilex (especies de porte arbóreo)

• Laurel dorado (Ocotea sericea)

• Palma de cera (Ceroxylon andicola)

• Palma sarro o boba (Alsophila frigida)

• Pino romerón (Podocarpus oleifolius)

• Rodamonte (Escallonia myrtilloides)

• Susca (Ocotea calophylla)

• Symplocos (especies de porte arbóreo)

• Tuno gigante (Miconia cundinamarcensis)

• Tuno roso (Axinaea macrophylla, A. scutigera)

Entre estas especies algunas son raras, otras se encuentran en vía de extinción local, otras de extinción distrital o total. Otras se han enrarecido muy por debajo de su abundancia histórica.

Obviamente, en las áreas donde el deterioro del ecosistema está más avanzado, la lista se ampliaría. Al norte de Ciudad Bolívar, por ejemplo, una especie tan abundante como el tuno esmeraldo (Miconia squamulosa) ha llegado virtualmente a desaparecer, al punto que es motivo de admiración quien aún tiene un cabo o un bastón de esta madera.

Condiciones físicas básicas

• Para cada especie cuentan condiciones físicas distintas, de acuerdo con su rango y su óptimo ecofisiológico dentro de la ecoclina.

Oferta ambiental

• En algunos casos aunque la especie ha venido desapareciendo, el ambiente que le es propicio se ha mantenido en una extensión importante, lo cual hace más factible su reintroducción.

• En otros casos, la especie ha desaparecido conjuntamente con el ecosistema del que hacía parte. En estos casos no sólo se pierden comunidades completas de especies, sino que se alteran profundamente las condiciones físicas y el funcionamiento total del ecosistema haciendo más difícil la restauración de uno de sus elementos, como en el caso de la especie amenazada.

• El principal caso de extinción masiva, a nivel de comunidad vegetal completa, es el de los bosques de pies de ladera y colinas, alrededor del altiplano bogotano. Aunque quedan algunos cedros, arrayanes, salvios y almanegras aislados, el ecosistema como tal desapareció.

Potencial biológico

• En estos casos, cada individuo relictual cuenta, como fuente de semillas para la restauración.

• Los relictos de vegetación conteniendo estas especies, son de gran valor, como rodales semilleros y como modelos para la restauración del hábitat particular de cada especie amenazada.

• En muchos casos, es preciso evaluar el estado de conservación de la fauna dispersora asociada y el grado de especificidad de la relación entre la especie vegetal amenazada y la animal que la dispersa. En el caso de palmas y Lauráceas, la dependencia de loros y guácharos puede ser clave.

• El efecto de la desaparición de la mastofauna altoandina (pequeños, medianos y grandes mamíferos) sobre la dispersión y mantenimiento del hábitat de determinadas especies vegetales, está aún por ser investigado.

• Las condiciones físicoquímicas y especies de hongos involucradas en la micorrización de las especies amenazadas de árboles se desconocen. Sin embargo, puede asumirse que su reintroducción depende en buena medida de la adecuada preparación biológica del sustrato y la inoculación de tierra y semillas con las micorrizas específicas. Puede decirse que cada árbol debe ser preservado y rescatado junto con su hongo simbionte.

• El potencial biológico es un factor crítico en el rescate de una especie vegetal, dada su estrecha interacción con otros organismos. Estas poblaciones vegetales no pueden desaparecer o restablecerse como unidades aisladas y modulares; son una porción de la red de la vida y su devenir está indisolublemente unido al de los insectos, aves, mamíferos y hongos que participan en sus procesos vitales.

Potencial sociodinámico

• Persistencia de prácticas de aprovechamiento no sostenible.

• Desaparición de conceptos y valores asociados a las especies amenazadas, partiendo de su identificación misma.

• Interés creciente entre la población urbana y suburbana por la conservación de la biodiversidad.

• Interés en el enriquecimiento del arbolado urbano y suburbano con especies nativas.

• Fortalecimiento normativo e institucional de la gestión ambiental del Distrito.

• Multiplicación de los viveros privados y diversificación de las líneas de producción.

• Alto interés en la jardinería suburbana.

• Apego a elementos naturales vinculados a la tradición rural. Los que aún recuerdan valoran mucho el tener un árbol de una especie hoy rara, pero abundante en su memoria.

• Prácticas religiosas tradicionales, en el caso de la palma de cera, cuyos juveniles son anualmente depredados para el Domingo de Ramos.

Factores limitantes

• Pérdida de poblaciones animales y microbianas asociadas.

• Desaparición de condiciones ambientales adecuadas para el establecimiento y reproducción de las poblaciones amenazadas.

Factores tensionantes

• Entresaca selectiva (cercos, cabos, tutores, construcción, enchapes, leña, ramos santos). Periódica y consuetudinaria. [3]

• Desforestación por expansión de cultivos y pasturas. Creciente. [3]

• Destrucción del hábitat de la flora (extinción a nivel de comunidades y ecosistemas completos). Creciente y difícilmente reversible. [2,3]

• Clareo de los rodales relictuales por incursión del ganado a su interior. Continuo y creciente. [3]

• Presión de caza y destrucción de hábitat de la fauna dispersora. Creciente y localmente agudo. [5]

• Alteración profunda de los suelos. Probable pérdida de condiciones para las micorrizas específicas. Creciente y difícilmente reversible. [2,4]

Interacción tensionantes - limitantes

• La desaparición gradual de la especie forestal amenazada retroalimenta la de la biota asociada (microbios y fauna).

Alteración

• Pérdida de biodiversidad y empobrecimiento de la estructura de las comunidades vegetales.

• Desarticulación funcional de la red trófica a través de las poblaciones microbianas y animales asociadas a las especies en vía de extinción.

Potencial de restauración

• Varía de una especie a otra, dependiendo de la oferta de hábitat para su reintroducción y la disponibilidad de las relaciones biológicas de las que depende para completar su ciclo vital.

• Es realmente difícil evaluar con certeza el potencial de restauración de las poblaciones forestales amenazadas, dado nuestro escaso conocimiento de su historia natural. Sin embargo, puede estimarse que sería muy raro el caso de la especie que no pudiera repoblarse.

Priorización

• Dada la irreversibilidad de la extinción, este cuadro de restauración es de máxima prioridad. Es una enorme responsabilidad con la historia y las futuras generaciones, el mantenimiento de todas las poblaciones biológicas que nos acompañan en el viaje de la biosfera a través del tiempo.

• La priorización debe ir en el orden de la amenaza de extinción a nivel total, nacional, distrital y, por último, local.

Estrategias

• El rescate de estas especies debe hacer parte de una estrategia cultural educativa y divulgativa, haciendo de ellas elementos de reconocimiento de los valores de la biodiversidad y la conservación.

• Preservación de rodales relictuales de especies amenazadas.

• Restauración de bordes y ecotonos de los rodales relictuales. Prevención del acceso del ganado al interior de los rodales.

• Ubicación y preservación de rodales propicios para la reintroducción de especies amenazadas.

• Protección especial de individuos únicos.

• Conección de individuos únicos, rodales relictuales y rodales propicios a la red de corredores y estribones de dispersión.

• Inclusión de las especies amenazadas en todos los programas y proyectos de viverismo, revegetalización y arborización, tanto en el área rural como en la urbana.

• Reintroducción de cada especie en rodales correspondientes a su posición ambiental (segmento en la ecoclina) y la etapa sucesional propia de su subpoblación juvenil (tipo de vegetación en que suelen encontrarse sus juveniles).

• Investigación prioritaria en la historia natural de cada especie amenazada, con énfasis en condiciones de dispersión, germinación, micorrizas y fauna asociada.

• Educación y extensionismo ambiental orientadas a modificar las pautas de manejo negativas sobre las especies amenazadas.

• En muchas regiones, de acuerdo con la Iglesia, ha sido ensayada con éxito la sustitución de la palma por un arbolito que se bendice en la eucaristía y se planta ceremonialmente en las rondas y nacederos de la comunidad. La práctica se refuerza con la asociación del agua bendita a la bendición del agua en las fuentes abastecedoras, el mesías agua de vida, fuente de salvación, etc.

 
  CUADRO XV: REDUCCIÓN DE HÁBITATS PARA LA FAUNA NATIVA

Si bien la vegetación es "la matriz estructural y funcional de los ecosistemas terrestres", la fauna es componente esencial de todos los ecosistemas. Sería falso suponer que pudieran restaurarse sólo los elementos vegetales y que éstos pudieran reconstruir los ecosistemas como yermos verdes desprovistos de garras, plumas, zumbidos y aleteos. Sólo una vegetación muy magra (prácticamente un desierto) podría desarrollarse sin el aporte que invertebrados y vertebrados hacen a la formación del suelo, el reciclaje de la materia orgánica, la polinización, la dispersión de las semillas y el control de las poblaciones vegetales por medio de la herbivoría en todas sus formas.

En particular, debemos decir que el bosque altoandino y el subpáramo son ecosistemas cuya regeneración depende en su mayor parte de las aves. Varias de las familias vegetales que mayor participación tienen en los procesos de autoreparación de matorrales y rastrojos, son típicamente ornitócoras (Melastomataceae, Ericaceae, Myrsinaceae, Lauracaeae, Rosaceae). Desde el páramo hasta el bosque de alisos abundan los casos de relaciones específicas planta–animal.

De hecho, el patente empobrecimiento de la cobertura vegetal en gran parte de los alrededores bogotanos puede deberse en gran medida a la defaunación del área rural, tras siglos de caza, desforestación y otras perturbaciones.

Las especies grandes y medianas como el oso de anteojos (Tremarctos ornatus), el venado coliblanco (Odocoileus virginianus), el venado soche (Mazama rufina), la danta de páramo (Tapirus pinchaque), el borugo (Agouti takzanowskii) y el conejo de monte (Silvilagus brasiliensis) tienen relaciones estrechas con determinadas especies y comunidades vegetales. Los efectos de su virtual desaparición de extensas porciones de sus areales originales, están sin evaluar. Algunos, como las ardillas y los borugos, pueden ser considerados verdaderos reforestadores de profesión, dado su hábito de enterrar más semillas que las que logran recordar y desenterrar.

Que la existencia de las ciudades y la conservación de la fauna silvestre sean dos realidades mutuamente excluyentes es una situación lamentable e innecesaria de la que participa Santa Fe de Bogotá, a diferencia de muchas grandes urbes del mundo.

De hecho, uno de los mejores indicadores de civilización es el grado de compenetración y convivencia entre hombres y animales. La escasa fauna urbana, suburbana y rural de Santa Fe de Bogotá, refleja lo hostil de sus procesos de ocupación y urbanización.

Como se enunció en el caso de las especies vegetales amenazadas, el objetivo de manejo dentro de este cuadro de restauración es el restablecimiento de las especies animales en la estructura y función del ecosistema antrópico, recuperando su valencia dentro de los procesos y formas tanto de la cultura como del paisaje.

En este cuadro, la inseparable restauración de Naturaleza y cultura es especialmente evidente. Es imposible restablecer la fauna o cualquier otro atributo ecosistémico, sin sanear los procesos que han llevado a su pérdida y mantenido su ausencia. Restaurar plantas, animales o suelos, sin trabajar la cultura de relación hombre–Naturaleza es tan necio como liberar venados en los Cerros Orientales de buenas a primeras.

Algunas especies son más carismáticas que otras. Mientras unas se venden solas, otras requieren un esmerado manejo de imagen. Las más carismáticas tienen el valor adicional de servir como símbolo para procesos de educación ambiental, defensa de la biodiversidad y restauración. Si la cara es bonita, la pueden sacar por todas las demás.

Tal puede ser el caso de las aves, la fauna más popular y fácil de observar. El trabajo de la Asociación Bogotana de Ornitólogos y otros grupos de aficionados a las aves, es un modelo y un indicador del potencial que la fauna urbana, suburbana y rural del distrito tiene como recurso para la educación y la recreación.

Aunque el Protocolo Distrital de Restauración no es el espacio para desplegar un manual de manejo de vida silvestre, es indispensable incluir algunos puntos básicos para la restauración de hábitats y refaunación, máxime dado el poco desarrollo que el tema ha tenido en el país y en la región (aparte de experiencias aisladas del Inderena, el proyecto Cóndor y el proceso heroico de la WSPA en Colombia).

Los proyectos de manejo de fauna silvestre son los más exigentes en continuidad. Por esto, la disponibilidad a largo plazo, de terrenos y fondos, muchas veces sólo se garantiza en entornos institucionales muy peculiares o en pequeñas experiencias privadas (iniciativas de la sociedad civil). En el momento de elaboración del presente Protocolo, cursa en el DAMA un proyecto institucional de manejo de fauna silvestre altoandina, con énfasis en especies promisorias como el borugo de páramo.

Condiciones físicas básicas

• Las descritas en las generalidades, al principio de la sección.

• La movilidad le confiere a la fauna una mayor adaptabilidad, en general, que la de las plantas. Los animales pueden ajustar su adaptación, aún en áreas muy alteradas, desplazándose a través de distintos ambientes con ofertas complementarias de recursos. Para ello, obviamente, necesitan poder desplazarse a través del paisaje, lo que hace de la circulación un requisito vital de su preservación y restauración.

Oferta ambiental

Cada especie animal tiene distintas demandas con respecto a su entorno, requiriendo distintos recursos para el cumplimiento de cada una de sus funciones y etapas vitales.

La restauración de cada población animal en particular, debe partir de la preservación y restauración del mosaico de elementos y ambientes que componen su hábitat, teniendo en cuenta sus necesidades de:

• Agua: todos los animales requieren agua en diferentes cantidades. La restauración debe garantizar su acceso a ella.

• Forrajeo: ambientes y plantas que proveen alimento a ella o a sus presas. Aquí debe tenerse en cuenta la distribución espacio-temporal de la oferta alimentaria, de modo que la población objeto pueda balancear su dieta con distintas especies en distintos ambientes y que disponga de alimento a lo largo de todo el año.

• Refugio: sitios, topografías y tipos de vegetación que le sirven como abrigo para descansar y ocultarse del hombre, depredadores y la intemperie, así como los oteros desde los cuales puede vigilar su territorio o su nido.

• Reproducción: sitios para cortejo, apareamiento, puesta y nidación. Cuenta también la disponibilidad de materiales o elementos específicamente empleados para el cortejo o la nidación (señuelos, obsequios, adornos, fibras, etc.).

• Desplazamiento: corredores y estribones a través de los cuales el animal puede hacer sus desplazamientos diarios o estacionales. La fauna andina frecuentemente presenta migraciones verticales (a través de distintas altitudes o aguas arriba y abajo). Aquí cuentan también los hábitats que sirven de estación a poblaciones migratorias.

• Segregación subpoblacional: ambientes y recursos empleados por distintas subpoblaciones (hábitat de juveniles, estados larvarios, etc.).

Potencial biótico

• Aunque el potencial biótico es, a ojos vista, limitado, subsiste más fauna que la aparente. La modificación de la conducta forzada por el hombre y la inaccesibilidad de los relictos que les sirven de refugio, hacen menos conspicua la fauna sobreviviente y más dura su supervivencia.

• Los pequeños y medianos animales del suelo (micro y mesofauna edáfica) se han conservado en muchos de los fragmentos de bosque y rastrojo. Sus principales enemigos son la erosión, la desforestación y el establecimiento de coberturas vegetales hostiles (cultivos agrícolas y forestales industriales).

• La herpetofauna (anfibios y reptiles) está medianamente bien conservada, dependiendo marcadamente de la conservación de los distintos tipos de humedales. Hasta la más pequeña charca o turbera cuentan para la supervivencia de estos organismos.

• La rica avifauna que aún se conserva en el Distrito Capital, es muestra no sólo de la adaptabilidad de este grupo, sino también de lo abundante que debió ser en un principio. Sin embargo, se registran ya varias extinciones y varias especies endémicas hacen fila para convertirse en dolorosos recuerdos.

• La mastofauna es el elemento más golpeado, en gran medida por la proximidad de su nicho ecológico al del hombre y sus animales domésticos. Las poblaciones remanentes de muchas de estas especies están por censarse. Aparte de algunas pequeñas poblaciones de micromamíferos en las áreas suburbanas, el principal potencial radica en la conexión ecológica del Teusacá y Sumapaz a los corredores ecológicos del Oriente Cundinamarqués y la Orinoquia.

• La refaunación requerirá indudablemente la obtención y manejo de poblaciones parentales iniciales, en zonas donde las especies han desaparecido por completo.

• Individuos de procedencia desconocida (como los recogidos en decomiso) no son aptos para reintroducción en áreas ya habitadas por la especie (u otras epidemiológicamente afines), a no ser bajo estricto control previo zoosanitario.

Factores limitantes

• El principal factor limitante para la refaunación es la disponibilidad de hábitats específicos. Por otra parte, un limitante para la restauración de algunos hábitats es la disponibilidad de la fauna asociada. Esto impone la necesidad de procesos integrales de restauración de fauna – flora – entorno.

• El mayor factor limitante es la actitud cultural de la población rural y suburbana hacia la fauna. Es preciso abonar este terreno con una eficaz educación ambiental y medidas de control ("enforcement"), asumiendo la restauración cultural como prerrequisito de la restauración física de la fauna.

Factores tensionantes

Por su posición trófica, la fauna refleja y sintetiza la mayor parte de los tensionantes ambientales. Los de mayor frecuencia recaen directamente sobre fauna y vegetación (tensionantes leves 3 y 5).

• Generales:, reducción, fragmentación y deterioro cualitativo de hábitats por desforestación, fuego, expansión de agricultura y pastoreo y urbanización. Molestias por ruido, tráfico de vehículos, personas y animales domésticos.

• Mastofauna (mamíferos): caza, predación por animales domésticos, atropellamiento.

• Avifauna: caza, predación por animales domésticos, contaminación ambiental (especialmente sensibles a los agroquímicos). Un fenómeno particular es la afectación negativa de ciertas especies de aves por la intensificación de relaciones de parasitismo de nidación, presión de competidores oportunistas y predación de nidadas, como resultado de alteración antrópica del hábitat, favorable a especies oportunistas (ej.: Turdus fuscater, Molotrus bonariensis).

• Herpetofauna (anfibios y reptiles): desecación, contaminación hídrica, atropellamiento, eliminación por falsas creencias.

• Entomofauna: los insectos y en especial ciertos grupos como las mariposas y polillas (Lepidópteros), son especialmente sensibles a la polución atmosférica, los agroquímicos y la desaparición de plantas específicas o pequeños rodales (abundan los microendemismos, especies que sólo habitan en extensiones muy reducidas).

Interacción limitantes – tensionantes

• La desaparición paralela de plantas y animales asociados representa un grave peligro para su conservación, máxime cuando estas simbiosis son específicas y estrictas (cada participante es indispensable e irremplazable).

• La desaparición de la fauna en el paisaje, seguida de la desaparición en la cultura, hace que la fauna reintroducida llame la atención. Sólo una intensa educación puede preparar la actitud para que esta atención se oriente positivamente hacia la conservación (ver y no tocar).

Alteración

• La desaparición de los hábitats y la de la fauna son manifestaciones del desmontaje completo de los ecosistemas.

• La alteración representa el efecto extenso de un régimen crónico de tensionantes leves (remoción de organismos).

Potencial de restauración

• Siempre que la especie no se halla extinguido por completo y no se hayan perdido irreversiblemente elementos críticos de su hábitat, la restauración es factible.

• Los principales condicionantes son culturales e institucionales.

Estrategias

• Dado el tipo de alteración, la estrategia general es la reducción de los tensionantes y la reintroducción de plantas y animales asociados.

• Investigación de la historia natural de las especies a repoblar, con énfasis en sus requerimientos de hábitat.

• Educación ambiental para la participación comunitaria en la preservación de la fauna reintroducida.

• Desarrollo de imágenes de reconocimiento (personajes simbólicos) alrededor de fauna carismática y las especies más amenazadas (ej.: endemismos).

• Restauración con énfasis en elementos claves del hábitat (mencionados arriba en oferta ambiental).

• Corredores y estribones de dispersión.

• Énfasis en la conexión al oriente cundinamarqués (Teusacá, San Cristóbal y Sumapaz).

• Restauración de corredores ecológicos a través de la ecoclina vertical.

 
  CUADRO XVI: FALTA DE ESPACIOS NATURALES AUTÓCTONOS PARA EDUCACIÓN Y RECREACIÓN

A medida que la ciudad se expande sobre las áreas rurales, incorpora el espacio en distintos patrones, de acuerdo con el ordenamiento espontáneo de cada frente de urbanización.

Algunos de estos patrones presentan rasgos urbanísticos y ambientales muy inconvenientes, como la destrucción del arbolado rural y de remanentes de ecosistemas naturales, paralela a una baja incorporación de zonas verdes y espacios públicos.

El ordenamiento de los nuevos sectores urbanos en el borde de expansión requiere una incorporación planificada de los elementos naturales, de modo que sirvan como elementos de sustentación ambiental dentro del mosaico urbano y como estructura guía del ordenamiento urbano desde el inicio del proceso de conurbación.

Por otro lado, es preciso crear áreas para la educación ambiental y la recreación, en la periferia urbana, como medio de apropiación de los valores ambientales del área rural por parte de la población total del Distrito.

Muchas de estas áreas pueden surgir como Reservas Naturales de La Sociedad Civil (Ej.: Parque Museo del Páramo) o como áreas protegidas del Distrito, propuestas y cogestionadas por organizaciones no gubernamentales (Ej.: humedales como La Conejera y Juan Amarillo, cerros como el Parque Entrenubes).

Las áreas verdes periurbanas deben servir como interfase educativa que oriente todas las actitudes y funciones urbanas, suburbanas y rurales hacia una simbiosis hombre – naturaleza. Estas áreas deben convertirse en generadoras de la cultura de sostenibilidad que sustente el ordenado desarrollo del Distrito.

Condiciones físicas básicas

• Se cumplen las expuestas en las generalidades, al principio de esta sección.

Oferta ambiental

• El Distrito cuenta con numerosos fragmentos de sistemas naturales en el área rural, de distintos tipos de ecosistemas, en diversos estados de conservación y con distintas condiciones de accesibilidad.

• Además de los espacios silvestres, los mismos espacios agropecuarios representan una oferta de zonas verdes y de contacto con la Naturaleza en su forma domesticada.

Potencial biótico

• La biodiversidad de muchas de las áreas cercanas a la ciudad es sorprendentemente elevada, representando un elevado potencial para la investigación, la educación ambiental y la recreación pasiva.

• La diversidad de flora y fauna de las áreas rurales constituye una reserva de herramientas para el manejo de la arborización y las zonas verdes urbanas y suburbanas y para el proceso de adaptación de fauna urbana y suburbana.

Potencial sociodinámico

• Alta demanda de espacios públicos y zonas verdes.

• Alta demanda de espacios y servicios de educación ambiental.

• Creciente sensibilidad a la calidad ambiental y servicios ambientales.

• Creciente interés en el conocimiento y manejo de la biodiversidad nativa.

• Políticas de ordenamiento distrital tendientes a la estabilización y consolidación de la interfase suburbana.

• Política de ordenamiento distrital basada en el aprovechamiento de los valores ambientales y agropecuarios del área rural por parte del desarrollo urbano.

• Prioridad distrital en la creación de Parques y zonas verdes.

Factores limitantes

• Elevado costo de la tierra en áreas periurbanas.

• Alta fragmentación de la tenencia, dificultando la negociación de predios o control del manejo y el ordenamiento en áreas suburbanas.

• Limitados recursos administrativos y técnicos para el control del ordenamiento espontáneo del borde de expansión.

• Desarrollo aún incipiente de la cultura de apropiación y uso público de las zonas verdes.

• Falta de sustento y claridad técnica en los fundamentos y objetivos de manejo de los parques distritales, en especial en lo referente a la conciliación de objetivos de uso y conservación. Abundan los enfoques reduccionistas y la falta de integración y priorización de criterios y propósitos.

• Falta de desarrollo conceptual y técnico en torno a los fenómenos y espacios suburbanos. Lo suburbano aparece siembre como apéndice de lo rural o lo urbano o, máxime, como área de transición temporal a la urbanización, no como opción de vida y franja con características y funciones propias dentro y fuera del distrito, como una orla que engloba parte de las áreas rurales distritales y varios municipios vecinos.

Factores tensionantes

Muchos de los tensionantes presentan una dinámica compleja, de tipo cultural e institucional, con profundas repercusiones sobre la alteración de los ecosistemas del área rural, afectando toda la estructura y función desde las fuentes y entradas mismas de energía, hasta la destrucción de suelos y organismos (tensionantes severos 1 y 2, tensionantes leves 3,4 y 5).

Se trata, por ende, de un problema de ordenamiento, el más complejo: el manejo sostenible de la mayor alteración antrópica del paisaje, como lo es la urbanización.

La lista de tensionantes que impiden una correcta apropiación de espacios naturales del área rural al ordenamiento urbano, es casi interminable. Sin embargo, en orden aproximado de severidad decreciente pueden mencionarse los siguientes:

• Falta de criterios, normas y herramientas eficaces para el control de la expansión urbana desordenada. [2].

• Falta de coordinación interinstitucional para la atención y dotación de las áreas de expansión urbana. [2]

• Falta de conceptualización y valoración de los elementos naturales nativos, que permita orientar y optimizar el aprovechamiento educativo y recreacional de los espacios naturales. [2]

• Fuerte presión de expansión por inmigración (en su mayoría población desplazada por la violencia en todo el país). Creciente. [2]

• Introducción de conceptos, valores y funciones urbanizantes por parte de la población suburbana en las áreas rurales. Creciente. [2]

• Degradación severa de los espacios rurales por manejo agropecuario insostenible, con la consecuente pérdida de valor rural y ambiental y exposición a la ocupación urbana desordenada de menor valor agregado a la tierra. Creciente. [2]

• Falta de guías técnicas para la urbanización de espacios naturales y manejo de áreas verdes de la ciudad. [2]

• Pobre desarrollo conceptual y metodológico del tema del ordenamiento, en desproporción a la complejidad del mismo en el caso bogotano. [2]

• Dinámicas sociales consuetudinarias de urbanización pirata, clandestina o pobremente diseñada. Creciente. [2]

• Sustitución de la red natural de sustentación ambiental (servicios ambientales de los ecosistemas y microcuencas locales) por una red artificial (servicios públicos), acarreando pérdida de valor y eventual deterioro de los elementos naturales (ej.: microcuencas abastecedoras que con la conexión a acueductos locales y distritales se abandonan y convierten en cloacas). Creciente. [2]

• Establecimiento agresivo de plantaciones forestales exóticas, canteras, tugurización, contaminación y, en general, todas las situaciones presentadas en los demás cuadros de restauración de esta sección. Creciente. [2]

Interacción tensionantes – limitantes

• La ignorancia de los valores ambientales y del potencial de los elementos rurales y naturales para la orientación y enriquecimiento del ordenamiento urbano, lleva a su destrucción. La destrucción contribuye a su desconocimiento. Este círculo vicioso acopla el empobrecimiento de la cultura al empobrecimiento del entorno, progresando hasta situaciones de máxima degradación de ambos (barrena cultural–ambiental o "inercia de inodoro").

• La ignorancia de los elementos e interrelaciones del ordenamiento espontáneo y de los ecosistemas de las áreas rurales tiene mayores repercusiones cuando se da a nivel técnico y político en las instituciones.

• Los elementos de análisis revelan dos situaciones de fondo: por una parte, escasa comprensión del ordenamiento y la urbanización y, por otra, escaso conocimiento de los elementos y procesos de las áreas rurales y silvestres del Distrito, tanto por los administradores como por la ciudadanía en general.

Alteración

• Dada la complejidad e intensidad de los tensionantes involucrados y los profundos efectos de transformación del ecosistema, la alteración puede calificarse como un deterioro complejo, llegando a extremos de degradación. Lo último se aprecia en la clara pérdida del potencial educativo, recreativo, de ordenamiento y servicios ambientales, que la urbanización desordenada del área rural acarrea al Distrito de modo prácticamente irreversible.

• La tendencia es creciente. De hecho, la degradación misma de la oferta ambiental suburbana, promueve la incorporación de nuevas áreas rurales al proceso urbanizador, en una dinámica de franjas concéntricas de alteración creciente, cada una de las cuales crea las condiciones para que la siguiente ruede sobre ella (silvestre – rural – suburbano – urbano subnormal – urbano consolidado).

• La dinámica del distrito tiene claras interdependencias con el ordenamiento espontáneo del país, siguiendo el ritmo de la violencia política, la crisis económica del agro y el desbalance rural/urbano colombiano.

Potencial de restauración

• Las condiciones ambientales, socioeconómicas, políticas e institucionales determinan un alto potencial para la estabilización y ordenamiento armónico de la franja suburbana y el borde de expansión, así como para la incorporación de espacios silvestres y agropecuarios del área rural a la oferta de espacio público del Distrito.

• La relación oferta ambiental del área rural / demanda ambiental urbana constituye una gran oportunidad de desarrollo turístico, recreacional y educativo para el Distrito.

Priorización

• La política de recuperación y ampliación del espacio público y consolidación de nuevos parques en el borde de expansión urbana es, de hecho, una prioridad del Distrito.

• La priorización de los distintos proyectos y áreas debe hacerse considerando sus valores intrínsecos, su contribución al control del ordenamiento efectivo del Distrito y la distancia al sector urbano.

Estrategias

• La ubicación de áreas claves de preservación y restauración y su vinculación a las categorías del SAP (Sistemas de Áreas Protegidas del Distrito) se presenta en el Plan de Manejo de Ecosistemas Estratégicos de las Áreas Rurales del Distrito Capital.

• Desarrollar las bases conceptuales, normativas y técnicas para el ordenamiento y manejo del área suburbana como una franja estable de conexión y transición espacial (no temporal) entre la urbana y la rural.

• Promoción de la creación de Reservas Naturales de la Sociedad Civil, a través de incentivos, asistencia técnica y la consolidación de la Red Distrital, vinculada a la Red Nacional y coordinada con el SISADI (Sistema Agropecuario y Ambiental de las Áreas Rurales del Distrito Capital).

• Promoción masiva del ecoturismo.

• Educación para el aprovechamiento sostenible de las áreas verdes y áreas protegidas del Distrito.

• Promoción del desarrollo tecnológico del ecoturismo y la recreación, como línea fuerte de especialización funcional del Distrito Capital.

• Desarrollo de enfoques y diseño paisajístico y urbanístico que enfaticen la compenetración y simbiosis de elementos naturales y artificiales en las áreas verdes y el mosaico urbano en general.

• Paisajismo y manejo que concilien los requisitos de conservación de elementos vulnerables con los usos propios del espacio público.

 
  CUADRO XVII: ALTERACIÓN MESOCLIMÁTICA

La alteración extensiva de la cobertura vegetal acarrea la expansión de condiciones físicas y bióticas de las franjas altitudinales superiores sobre las inferiores.

La expresión más extensa de este fenómeno en el área rural del Distrito es la paramización secundaria, consecuencia de la desforestación y destrucción del mesoclima forestal.

La disminución de la biomasa vegetal y la regulación forestal tiene efectos principales en la disminución de la temperatura media y del balance hídrico, así como en el aumento de las oscilaciones de temperatura y humedad.

El cambio extensivo de coberturas forestales (frías) por herbáceas o sustratos desnudos (mucho más cálidas) acarrea una disminución de la precipitación coadyuvada (condensación de rocío y nieblas bajas sobre el follaje y otras superficies), que es una parte importante de la entrada de agua a las cuencas altoandinas.

La alteración mesoclimática tiene una complicación adicional: la desforestación extiende las condiciones atmosféricas de las partes altas hacia las partes bajas, mientras que la adaptación de las especies vegetales se facilita hacia temperaturas más cálidas. Es decir, que mientras que las plantas se adaptan más fácilmente a condiciones de mayor temperatura que las propias de su rango altitudinal, la alteración mesoclimática las enfrenta a temperaturas más bajas.

Esto le da una clara ventaja competitiva a las especies oportunistas (prolíficas y con gran capacidad de dispersión) de las tierras altas, para colonizar áreas donde la perturbación de la cobertura original es lo suficientemente extensa como para ocasionar un cambio mesoclimático.

En el caso bogotano, puede apreciarse que la regeneración de pequeños parches en medio de masas forestales involucra especies y etapas distintas de la sucesión en zonas extensamente desforestadas, donde muchos pastos y arbustos del páramo y subpáramo ocupan ágilmente los terrenos de donde el bosque altoandino ha sido eliminado.

La alteración mesoclimática afecta, por supuesto, el funcionamiento y formación del suelo, por lo que la paramización secundaria involucra atmósfera, sustrato y vegetación. Esto da lugar a que la sucesión vegetal se desvíe y detenga en tipos correspondientes a páramo y subpáramo secundarios (formas simplificadas de los primarios, dominadas por oportunistas). Este subclímax o sucesión detenida es, con frecuencia, muy estable, debido al fenómeno del doble seguro edafo-atmosférico: el mesoclima paramizado (más seco, más frío, más fluctuante) limita la producción vegetal y la adecuación del suelo por los aportes y protección de la vegetación; el suelo erosionado limita la producción primaria y la adecuación microclimática por el crecimiento de la vegetación. Se mantiene así un ambiente físico severo y elemental y una vegetación oportunista de subpáramo o páramo secundario.

La convivencia de los bogotanos, por generaciones, con un paisaje profundamente alterado, ha llevado a dos creencias erróneas: la primera, que los árboles nativos son los que se ven en los matorrales y rastrojos bajos o los bosques enanos, formados a raíz de la extensión del subpáramo secundario; la segunda, la consideración como páramos a conservar de los frondios pajonales de los vastos páramos secundarios que se han extendido a expensas del bosque altoandino. Realmente pocos bogotanos conocen la magnificencia del encenillal y mucho menos la majestuosidad de un bosque de chuwacás, Lauráceas o cedros. Muchos de los páramos que algunos tratan de preservar, son realmente páramos secundarios, terrenos arrasados donde habría que restaurar el bosque altoandino.

Si el potencial biótico ha sido reducido hasta el punto en que los relictos de bosque son escasos y están muy distanciados entre sí, el restablecimiento del mismo es difícil y extensas zonas pueden quedar definitivamente convertidas en yermos como los que se encuentran en extensas áreas de Usaquén o la cuenca alta del Tunjuelo.

La sustitución de biomas forestales primarios por herbáceos secundarios es un efecto típicamente humano. La alteración antrópica tiene generalmente la huella de la disminución de la diversidad, la biomasa, la capacidad de regulación (homeostasis) y, lo que es más preocupante, el descenso del balance hídrico. El fuego, que es un elemento natural de los ecosistemas, se intensifica con la actividad y ocupación crecientes del hombre, lo que favorece la extensión de coberturas herbáceas preadaptadas al fuego, como los pajonales de páramo.

La secundarización antrópica implica generalmente algún grado de aridización. El bosque altoandino es reemplazado por páramos secundarios, pajonales que, de mantenerse los tensionantes, dan luego paso a eriales. Del mismo modo los bosques subandinos son reemplazados por pastizales y sabanas interandinas secundarias, y las selvas amazónicas por sabanas tropicales secundarias. De ahí la sentencia "la historia de las civilizaciones está precedida de bosques y seguida de desiertos".

Condiciones físicas básicas

• Las condiciones físicas corresponden a un corrimiento del gradiente ambiental, de modo que el mesoclima de páramo se extiende hacia altitudes inferiores, precedido del subpáramo.

• Esta extensión aparente se debe a la pérdida de regulación mesoclimática del bosque altoandino, debido a lo cual aumentan las fluctuaciones de temperatura y humedad, disminuye el balance hídrico y aumenta la incidencia de la radiación y el viento sobre el suelo.

• El encrudecimiento del clima afecta los procesos de formación del suelo, haciendo más lento el ciclado de nutrientes, con lo que eventualmente se depositan horizontes de un sustrato más afín al de páramo: con baja asimilación de materia orgánica.

• La erosión que sigue a la desforestación hace que se pierda la mayor parte del suelo forestal, con lo que queda un sustrato más inestable, mineral y superficial, más afín a los suelos de páramo.

• La acidez y las bajas temperaturas del suelo (especialmente en horas de la madrugada) dificultan la absorción del agua por las raíces, causando "sequedad fisiológica" (aunque haya agua, las plantas no la absorben fácilmente. Esto, más la baja disponibilidad de nutrientes y el efecto tóxico del aluminio (abundante en los suelos altoandinos), el cual se deja sentir más sin la amortiguación de la materia orgánica del suelo forestal, determinan el desarrollo de una vegetación micrófila (de hojas pequeñas) y esclerófila (hojas duras), típica del subpáramo y el páramo.

• La paramización se acentúa en los suelos rocosos y en las laderas y cuchillas con pendientes más fuertes, más expuestas al viento, la radiación y la erosión. Esto, conocido como efecto de cuchilla, puede determinar la aparición de vegetación de subpáramo muy por debajo de 2700 msnm.

• La paramización secundaria es, en síntesis, la creación de un ambiente elemental, gobernado por la inercia y la fluctuación del sol, el viento, el agua y los minerales brutos. La tierra ha perdido vida.

Oferta ambiental

• Los efectos de la paramización se acentúan en las partes altas, rocosas o pendientes fuertes y bien drenadas.

• Algunos micrositios conservan condiciones más moderadas y acumulaciones de materia orgánica y humedad: hondonadas, abrigos rocosos, grietas entres rocas, cañadas, márgenes de quebradas, rebajamientos de pendiente y relictos de vegetación leñosa.

• Es probable que el calentamiento global contribuya a atenuar los efectos de la paramización secundaria. El retroceso de los glaciares en las cumbres nevadas de Colombia hace pensar que podría darse un corrimiento florístico hacia arriba, allí donde el régimen de tensionantes antrópicos lo permita.

Potencial biótico

• Fragmentos de vegetación leñosa, que van desde relictos de bosque hasta parches de regeneración de matorral y rastrojo o individuos aislados, sirven de testigos de la composición florística original, así como de modelos y punto de apoyo para la restauración.

• La avifauna altoandina es rica en dispersores y muchas otras criaturas se han conservado discretamente atrincheradas (borugos, ardillas, etc.) de modo que una atenuación del régimen de tensionantes les daría la oportunidad de acelerar el proceso de regeneración del bosque y restauración del mesoclima. Cada uno recrea en su entorno lo que lleva en su interior: los animales del bosque recrean el bosque, así como los hombres crean pastizales y parques (recuerdo de su remoto pasado de sabanas) y los esclavos crean ciudades y desiertos (complejo babilónico).

Potencial sociodinámico

• Creciente interés en la protección del páramo. Aunque este interés frecuentemente se enfoca sobre páramos secundarios, en muchos casos su protección puede ser suficiente para garantizar la regeneración del bosque.

• Muy escaso conocimiento público del bosque altoandino y el subpáramo. Se confunden los ecosistemas y se desconocen las especies.

• Énfasis en la preservación y la creación de parques en el área suburbana y rural, como parte de la política de ordenamiento del Distrito.

• Preocupación creciente por el cambio climático y el suministro hídrico.

Factores limitantes

• Doble seguro edafoatmosférico (descrito al principio del cuadro).

• Sequedad fisiológica.

• Incidencia incrementada de heladas de altura.

• Lento ciclado y baja disponibilidad de nutrientes.

• Fuertes fluctuaciones de temperatura, especialmente en y cerca de la superficie del suelo. Condición difícil para la germinación y la supervivencia de las plántulas.

• En general, los mencionados en las generalidades, al principio de la sección.

Factores tensionantes

Si bien el cuadro ha sido creado por un régimen crónico de tensionantes leves (siglos de fuego, desforestación, monocultivo y pastoreo), la modificación del mesoclima representa una profunda alteración de los flujos de agua y energía del ecosistema, un caso típico de tensionante severo (tipos 1 y 2).

• Descenso del balance hídrico complicado con sequedad fisiológica, afectando la productividad primaria (vegetal). [1-2]

• Aumento de las fluctuaciones de temperatura y excesos de radiación. [1]

• Exposición incrementada al viento.[1]

• Complicación con erosión severa, modificación físicoquímica y desestabilización del sustrato.[2]

Interacción tensionantes – limitantes

• Doble seguro edafoatmosférico (ver marco conceptual).

Alteración

• Alteración profunda del ecosistema. Dada la detención de la sucesión sobre extensas zonas secundarizadas, se trata de un deterioro extensivo. Desde el punto de vista de la pérdida de regulación climática y balance hídrico, puede considerarse como una degradación incipiente y generalizada, a partir de la cual distintas zonas pueden fácilmente avanzar en la pérdida de bienes y servicios ambientales.

• La tendencia es compleja, debido a la decadencia de la actividad agropecuaria en extensas zonas y la presión de conservación, sumadas al calentamiento global y la expansión urbana, es probable una reversión del enfriamiento mesoclimático. Sin embargo, aunque la temperatura aumente, es de prever que no lo hará la humedad. La predicción macro y mesoclimática es un campo supercomplejo y no contamos en este estudio con los elementos para abordarlo; sin embargo, puede plantearse como la tendencia más probable el tránsito a un clima más cálido, seco y variable.

Potencial de restauración

• La corrección de una alteración tan extensa y profunda es extremadamente compleja y difícil. Depende de grandes decisiones a nivel global, nacional y distrital, tanto como de multiplicidad de pequeñas acciones a nivel local e individual.

Priorización

• A pesar de lo anterior, desde la perspectiva del Distrito, la prioridad debe ser puesta en la gestión de la cobertura vegetal total, de modo que se controle la aridización y se garantice el clima más fresco y húmedo posible, en pro de un balance hídrico más alto y constante.

Estrategias

• Prevención de la desforestación. Todo remanente de vegetación leñosa en el Distrito debe ser preservado.

• A nivel local, la estrategia apropiada para romper el doble seguro edafoatmosférico y revertir la paramización secundaria en microcuencas y predios, consiste en la combinación de barreras contra viento y heladas (modificación mesoclimática) y plantación de precursores leñosos (sobre pastizales y pajonales) e inductores preclimácicos (en matorrales y rasgtrojos bajos) al abrigo de las barreras, escogiendo aquellas especies características de las seres de ascenso del límite superior del bosque (ecotono encenillal–subpáramo), como Ericáceas, Asteráceas y Myrsináceas, entre otras.

• La paramización a nivel del suelo pueden compensarse con tratamientos edáficos puntuales de apoyo a la revegetalización (cocteleado, quema de fertilización, fertilización estratégica, etc.).

• A nivel regional, se debe procurar la maximización de la cobertura forestal del Distrito, tanto urbana como suburbana y rural.

• Es necesaria la divulgación masiva del conocimiento sobre los ecosistemas altoandinos de bosque, subpáramo y páramo, a toda la población distrital.

• Incorporar como prioridad y línea de la gestión ambiental del Distrito Capital, las directrices y convenciones de Implementación Conjunta del Cambio Climático Global, en coordinación con el Ministerio del Medio Ambiente.

 
  CUADRO XVIiI: DESTRUCCIÓN SOCIOCULTURAL DEL MODO DE VIDA RURAL

La cultura y la organización social son atributos importantes en la estructura y función del ecosistema. Su alteración tiene profundas repercusiones en el desarrollo del paisaje (ordenamiento) que es, en definitiva, la madre de todas las transformaciones.

Aunque implícita en la mayoría de los cuadros anteriores, como fenómeno merece una consideración aparte, desde el punto de vista de la restauración del ecosistema (que puede diferir del antropológico o sociológico).

Bajo esta óptica, son relevantes los siguientes elementos:

• Acervo de conceptos, valores y relaciones sociales.

• Niveles de transformación.

• Regeneración económica, social y cultural del modo de vida.

• Niveles de motivación.

• Balance cohesión / aislamiento.

• Balance autarquía / heterarquía.

• Generación y apropiación de la renta y el valor agregado al suelo.

El modo de vida rural contiene todos estos elementos pero no es sólo su suma. Se trata de un sistema, es decir, de un modo particular como éstos y otros elementos se organizan e interrelacionan, componiendo la forma típica de relación entre un grupo humano determinado y su entorno. Esto es lo que se denomina sistema de alteridad.

Sin pretender incluir un manual de antropología aplicada, es indispensable para la gestión del área rural y la restauración de los ecosistemas silvestres y agroecosistemas sostenibles, describir los elementos claves, de modo que sean tenidos en cuenta dentro de los programas y proyectos, al involucrar la comunidad.

Acervo de conceptos, valores y relaciones sociales

La conciencia sobre el estado de los ecosistemas, los procesos que los afectan y la forma de las alteraciones, es un punto básico en el eje sociodinámico de un proyecto de restauración. La "falta de conciencia" es frecuentemente señalada como un factor negativo en proyectos ambientales; pero este término es ambiguo.

Para el presente tema, la conciencia puede dividirse en dos puntos:

• Conceptualización: disponibilidad de conceptos para definir los elementos y procesos de la realidad y sus interrelaciones, de forma inequívoca, en términos propios de la cultura local y el sistema explicativo habitual. A mayor diversidad y claridad de los conceptos, mayor capacidad para diferenciar los elementos en categorías finas y discernir relaciones complejas ("mayor conciencia").

• Valoración: asociación de los conceptos disponibles a valores insertos en la cultura local (bueno, malo, conveniente, oportunidad, amenaza, etc.) y en el modelo de percepción y toma de decisiones del individuo o la colectividad. A mayor peso del valor asociado dentro de las motivaciones personales o grupales, mayor atención a las informaciones del entorno y mayor tendencia a tomar estas informaciones en cuenta dentro de las decisiones de manejo ("mayor conciencia").

El trabajo de "concientización", tan frecuentemente mencionado, se basa, por ende, en el rescate y enriquecimiento de los conceptos y valores que la comunidad asocia a los elementos y procesos de los ecosistemas a manejar.

El patrimonio sociocultural de las áreas rurales, puede estimarse como el acervo de conceptos y valores acumulados y transmitidos de generación en generación, así como las relaciones sociales que permiten la puesta en común de estas nociones y la elaboración de un consenso comunitario alrededor de las mismas, con base en el cual se crea y mantiene la identidad de cada comunidad rural: el lazo entre quienes definen y valoran las cosas de modo semejante.

Niveles de transformación

La urbanización, vista como destrucción del modo de vida rural, implica una serie compleja de transformaciones, la última de las cuales implica la construcción de casas y calles. Un sistema urbano no se crea con sólo poner ladrillo sobre ladrillo; es una transformación total y paulatina de las estructuras y flujos de materia, energía e información en el ecosistema.

Como todas las transformaciones totales dentro del ordenamiento espontáneo del territorio, la urbanización presenta aproximadamente las siguientes etapas:

• Urbanización mental: los cambios en las ideas ordenadoras de la praxis de alteridad, a nivel individual o familiar ; se trata de transformaciones en conceptos y valoraciones, que inciden en la axiología personal y la jerarquía motivacional de los individuos y familias.

• Urbanización cultural: los cambios en las ideas ordenadoras a nivel colectivo (social o comunitario), es la puesta en común (comunicación) de los cambios de mentalidad.

• Urbanización temporal: una de las más sutiles y trascendentes, consiste en un cambio en la forma como las personas conciben, valoran y distribuyen su tiempo. Uno de los ejemplos más dramáticos es el paso de la visión circular del tiempo y las generaciones (típicamente indígena) a la visión del tiempo lineal, sin retorno, implicando el progreso y diferenciación de una generación con respecto a la anterior (típicamente colono).

• Urbanización social: o societalización, básicamente consistente en la secundarización de la red de relaciones primarias de la comunidad local que pasa del control afectivo y los lazos de reciprocidad al control económico y las relaciones de comercio y precio.

• Urbanización funcional: la mediación de la moneda y la organización sobre instituciones y mercados más extensos, permiten la generación y expansión de sistemas de integración regional eminentemente artificiales que se hacen cargo de la regulación y conducción de los flujos de materia, energía e información, en proporción creciente.

• Urbanización física: es la más trivial consecuencia de los procesos anteriores, o su consumación estructural; los cambios operados en el criptosistema, ordenan los elementos de cobertura en el fenosistema, lo cual se refleja en un reemplazamiento creciente de los elementos naturales por cultivos e infraestructura artificial.

Regeneración económica, social y cultural del modo de vida

Es un tópico clásico en los estudios socioeconómicos rurales, la paradoja minifundista, en la cual el productor y su familia mantienen un sistema de producción a pérdida durante años y se resisten a modificarlo, aún después de constatar (con ayuda del técnico) la rentabilidad baja o negativa del mismo.

Regeneración de los elementos del sistema de alteridad a través del ciclo productivo

Sin embargo, campesinos o no, todos hacemos lo mismo. Nuestras decisiones no están sólo motivadas por la racionalidad económica. Cada modo de vida o sistema de alteridad, está compuesto por varios flujos y parámetros que entran todos, con distinta ponderación en la toma de decisiones.

Se entiende por regeneración económica o de los medios de producción, el que al final de cada ciclo productivo, el productor cuente con los medios materiales y los recursos financieros para iniciar el siguiente, idéntico al culminado.

Sin embargo, en el mediano o largo plazo, cuenta también la regeneración integral de todo el sistema de alteridad.

A través de cada ciclo de la producción, la familia productora recrea sus nociones, verifica sus valores, intercambia con sus vecinos sobre estos elementos comunes y reafirma sus relaciones comunitarias y su sentido de pertenencia e identidad con una comunidad y una tradición (identificación intra e intergeneracional). De todo ello, se recibe satisfacción a necesidades básicas socioafectivas y de autoestima, al tiempo que se satisface la necesidad de crear y recrear una visión coherente, predecible y propia del mundo. Esto es lo que podemos llamar, la regeneración sociocultural dentro del ciclo productivo.

En la base del sistema productivo, por supuesto, están los recursos naturales: suelo, agua y biodiversidad. Si tras cada ciclo productivo, estos elementos no son restituidos a sus valores iniciales, en el siguiente deben aumentarse los insumos para subsanar el déficit y alcanzar rendimientos similares.

El agotamiento de los recursos naturales, lleva eventualmente a una gran dificultad para la regeneración económica del sistema. Cuando la subsistencia se ve comprometida, la familia productora se ve obligada a revisar su sistema de nociones, valores y prácticas, y a considerar alternativas. Este fenómeno está en la base de la degradación del modo rural de vida.

Balance cohesión / aislamiento

Sin embargo, aún cuando el sistema sea en sí mismo sostenible, desde el punto de vista natural, social, cultural y económico, puede ser desestabilizado desde el exterior.

Durante cada ciclo, el sistema no está encerrado en sí mismo, sino sometido a la lluvia de información de su entorno. Mientras el sistema funciona y suple integralmente las motivaciones de todos sus participantes, es bastante impermeable a dichas informaciones externas (está fuertemente determinado por su propio contenido y ciclo de información).

Obviamente, dichas motivaciones pueden cambiar, si los conceptos y valores que les sirven de referente cultural son modificados. Todo el mundo responde a una motivación socioafectiva, a la necesidad de ser reconocido y estimado; pero el cómo esto se obtiene, depende tanto del medio como del individuo. Gradualmente, los parámetros de reconocimiento mutuo cambian de rurales a urbanos y los interlocutores deben ajustar sus códigos para ser reconocidos y comunicarse.

El que nuevos conceptos y valores entren a un sistema sociocultural no es en sí negativo, mientras puedan ser resemantizados y apropiados por los participantes, conectándolos armónicamente a los conceptos y valores locales. Pero cuando la entrada tiene una magnitud, forma, contenido o intensidad que dificulta la asimilación cultural, el resultado es la negación de lo externo o lo interno, ante la imposibilidad de la simbiosis conceptual.

En qué medida sucede lo uno o lo otro, depende del balance entre cohesión y adhesión, del sistema con respecto a su entorno.

La densidad e intensidad de las relaciones entre los elementos del sistema determina la cohesión del mismo. Por otra parte, la densidad e intensidad de sus relaciones con elementos del entorno.

En el modelo de la figura, es evidente que el sistema A tiene mayor cohesión y menor adhesión, lo cual le otorga mayor resiliencia sociocultural. En el otro extremo, el sistema B tiene una alta adhesión a elementos del entorno y un tejido social pobre; esto hace que B esté más integrado al entorno y sus elementos sean parte del sistema mayor (¿urbano?) en medida mayor que su dependencia–pertenencia del sistema local.

En las áreas rurales próximas a las ciudades, los intercambios de información con el sistema urbano es obligante. En muchas veredas, las personas pasan más tiempo en sus negocios o empleos urbanos que con sus familias y comunidades en el área rural. Esto, más todas las formas y códigos de comunicación a que la ciudad fuerza (desde el semáforo y el sistema de transporte público hasta la forma de presentarse al trabajo y departir en el mismo) constituye un fuerte bombardeo de fuersas adhesivas que restan espaciotiempo al mantenimiento de la cohesión del sistema local.

Otro elemento interesante es el aislamiento (representado en la figura como un gran círculo). La creación de barreras socioculturales selectivas, en torno al sistema local, es función tanto de la cohesión misma (la cual crea códigos propios y dificulta la comunicación externa) como de procesos específicos de aislamiento intencional, por rechazo a las influencias externas.

Balance autarquía / heterarquía

En este punto, podemos ya intentar una definición de «identidad cultural»: el sentido de pertenencia a un sistema sociocultural y la capacidad de los individuos y el colectivo, para permanecer idénticos a sí mismos o evolucionar de un modo determinado más por los propios contenidos culturales que por la subordinación a informaciones externas.

En consonancia con las nociones anteriores, podemos considerar que los sistemas rurales periurbanos tienden a estar fuertemente determinados por los desarrollos urbanos (vías, construcción, cambios políticos, etc.) con pocos grados de libertad para conducir una evolución propia. Se trata de sistemas heterárquicos.

Para que un sistema tenga una alta capacidad de autodeterminación y se haga cargo de su devenir histórico y la transformación de su territorio, requiere mantener y elaborar un alto contenido de información propia (incluso a partir de insumos, pero bien digeridos). Para ello es preciso intensificar los encuentros e intercambios entre los participantes y enriquecer los contenidos, especialmente a partir del rescate de los elementos de la tradición, los cuales permiten la identificación a nivel intergeneracional. De este modo, el peso informático de la historia puede ser empleado para amortiguar las mareas de información de cada instante.

Muchas de las estrategias viables en tal sentido, están relacionados con aspectos tales como las fiestas, conmemoraciones, religión, actividad agropecuaria, formas locales de recreación y socialización, sitios de encuentro habitual, etc.

Generación y apropiación de la renta y el valor agregado al suelo

Un aspecto frecuentemente comentado en esta sección está relacionado con los cambios en el valor agregado al suelo.

Mientras que la valoración integral (económica, socioafectiva, cultural) media el arraigo individual y colectivo al territorio y a la parcela, el valor económico que se atribuye a la tierra, determina en gran medida su uso y transformación.

El valor agregado, resulta de las transformaciones operadas por el uso sobre el terreno, en relación con las demandas de distintos sistemas de alteridad. Aunque toda valoración es relativa, la resultante es tan sencilla como un precio en el mercado de tierras.

La escasa generación y apropiación de la plusvalía asociada a la explotación de la tierra, empuja generalmente al productor a mayores tasas de explotación y alteraciones más profundas y aceleradas del terreno.

En un punto dado, el agotamiento de la base natural de producción (suelo, agua, biodiversidad) margina el terreno de la producción agropecuaria y extingue su valor rural, colocándolo por fuerza en otros mercados, como el de la urbanización clandestina y el de la explotación minera.

Dependiendo del valor agregado que el predio conserve, de acuerdo con su ubicación, productividad y estado de conservación, unos u otros sistemas de alteridad pueden ubicarse sobre el mismo reemplazando al sistema agropecuario tradicional e iniciando una sucesión socioeconómica urbana.

A medida que las transformaciones añaden valor agregado al suelo, unos sistemas son reemplazados por otros que logran un aprovechamiento más eficiente de ello.

Los habitantes de las áreas rurales y suburbanas, con frecuencia son bien concientes de ello, lo cual afecta su disposición a participar en proyectos de mejoramiento ambiental, como los de restauración, los cuales no los benefician inmediatamente y sí implican transformaciones que pueden hacer al predio adecuado para otros usos.

En las áreas rurales muchos propietarios rechazan la reforestación (y aún la preservación de la vegetación remanente) pues temen que estos valores hagan su predio candidato a manejo especial (reserva, parque, etc.) con las limitaciones al uso que ello acarrearía. Por esto, en agroecosistemas, la restauración debe adoptar una interfase agropecuaria, es decir, tratamientos y apariencias que realcen el valor agropecuario del predio rural.

En zonas de urbanización subnormal, por otra parte, es muy frecuente que los habitantes (la ilegalidad de cuya posesión les crea gran incertidumbre) rechacen el mejoramiento ambiental, por temor al valor agregado que atraería la atención de otros agentes urbanizadores en mayor capacidad de aprovecharlo y con poder económico y político para promover su expulsión.

Cualquier mejoramiento, la restauración ecológica incluida, debe ir acompañada de medidas socioeconómicas que faculten a la comunidad local para apropiarse el valor agregado al suelo y sacar partido de las oportunidades creadas.

Ello empieza por la aclaración y solución (toda vez que sea posible) de la incertidumbre sobre la tenencia, la cual es reconocida a nivel mundial como uno de los limitantes más severos para el éxito de la preservación y la restauración.

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